¿A dónde vas España?

Releyendo la prensa de estos días crispados, aunque el pueblo haya hablado, evoco los versos de Lope de Vega: “Pobre barquilla mía/ entre peñascos rota/ sin velas desvelada/ y entre las olas sola/ ¿Adónde vas perdida?”. No son tiempos para la lírica, pero la nave de España me duele y preocupa y no merece estas tormentas ni zozobras al límite. Vivimos una inusitada eclosión de despropósitos motivada por egoísmos partidistas de quien tiene el alto honor de servirla y debería hacerlo para el interés general. Ha llegado la hora de acabar con el desgobierno y las aviesas intenciones del poder y buscar grandes remedios a estos males. Es preciso que cada cual asuma su tarea: que la derecha abandone miedos y complejos para servir a todos, como sabe; que la izquierda deje el absurdo frentismo, recupere la sensatez y la socialdemocracia; que el Rey salga de su parapeto y cumpla las funciones constitucionales de “arbitrar y moderar el funcionamiento regular de las instituciones” y volvamos a la transición —libertad sin ira— con siete llaves a la estéril memoria. Que Santiago —el patrón— enderece el rumbo de la barca de Lope: “Vuelve, vuelve la proa/ que presumir de nave/ fortunas ocasiona”.