A corazón abierto

    26 jul 2020 / 10:15 H.
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    Días pasados me comentaba un amigo en una efusión de sinceridad, que uno de entre tantos errores de su vida era haberse “abierto” a un vecino, después quise entender que fue amigo, y que esa apertura le había ocasionado más problemas y disgustos, que parabienes y pretendidas confidencias. Por respeto a mi amigo procuré no indagar en las causas de su conflicto, pero me hizo reflexionar y pensar como tantas otras veces, que ir de corazón abierto parece ser que no te procura ningún bienestar, ni satisfacción inmediata, si acaso un recordatorio de bellísima persona durante tus honras fúnebres por parte de conocidos y alguna que otra lágrima sincera en el entorno familiar. Nos consolamos en nuestro desconsuelo utilizando la manida frase: “así es la vida”, como una especie de muletilla para salir del paso y para engañarnos. A mi pesar, no creo que esté exponiendo un juicio temerario, ni una quebradura propia de poetas lastimeros. Siento desde mi ya provecta edad que lo único que merece la pena es el silencio. Parece irónico que esto lo esté escribiendo en el diario natural de Jaén, al que me siento obligado por algunos afectos, y al que algunas personas leen con devoción. Me explico: el silencio y escribir en esta página son incompatibles, pero bueno, hay que evacuar toxinas y cuando menos sentirse privilegiado. Tan sólo hay que contemplar, pandemias y confinamientos aparte, la hedionda —siendo un tanto moderado— evolución de este lugar tan bello que llamamos Tierra. No es culpable está pelota que está flotando en el universo, quizás seamos los personajes que la habitamos. Para ser más explícito, somos unos impresentables, y perdonen ustedes que los incluya en el saco, pero el que más y el que menos ha aportado su granito de arena. Hay mucha suripanta vieja y nueva detrás de los visillos, y casi más lechuzos camastrones expeliendo caca para el bien de la vida en común. No quisiera en ningún momento, que se interpretaran estas palabras como la rabieta de un rebelde sin causa, más bien, y espero que lo entiendan, como una causa sin rebeldía. Cuando te dejas fluir por las calles, deseas no intuir a ningún enemigo, pero puede haber demonios evidentes, y muchos otros que sin ser satanes, destilan un veneno pernicioso propio de su tristeza y aburrimiento, creo que son los peores. Me parece que sí, alguien o algo, o nada, ha propiciado que todos tengamos miedo de todos, pero al dinero lo apreciamos todos mientras sea nuestro. Vaya, el calor me está afectando demasiado, estoy en Jaén, que se puede esperar en Julio, en una de las más bonitas provincias de España, y yo voy y me quejo. Pero así es la vida Juan del Carmen.

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