8 de marzo

    09 mar 2024 / 09:46 H.
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    El 8 de marzo es un día apropiado para recordar que la recuperación de la democracia nos trajo grandes transformaciones lideradas en su mayoría por las izquierdas de nuestro país, y también trajo cambios muy positivos para la calidad de vida de las familias españolas. Quizás uno de los más importantes fue el establecimiento del Servicio Nacional de Salud. Debemos recordar que las movilizaciones y la presión popular de aquella época nos invitan a echarnos a la calle hoy como entonces para manifestarnos. En una democracia representativa como la nuestra se necesitan formas directas de presión para disminuir la enorme influencia de los grupos u organizaciones conservadoras dedicadas a influir en los políticos o los poderes públicos en favor de determinados intereses que nunca coinciden con los de la mayoría de la población. La historia de nuestro país está llena de ejemplos. También nos ha mostrado la historia reciente que la incorporación a las corrientes mayoritarias dentro de las izquierdas del neoliberalismo en sus argumentarios y prácticas políticas ha retrasado e incluso revertido algunos de esos cambios. Lo que está claro es que hay que movilizarse y presionar ya que es esencial ampliar el Estado del Bienestar para mejorar, no solo la calidad de vida de la mujer, sino también de los hombres, de los niños y niñas y de los mayores.

    Entre las mujeres hay clases sociales y la gran mayoría de ellas pertenecen a la clase trabajadora y a las clases medias de rentas bajas. A ese machismo que las oprime se le añade el clasismo. Ese clasismo que hace que hombres y mujeres miembros de la misma clase social compartan esa forma de explotación conjunta. Es necesario luchar para que se corrija la brecha salarial entre hombres y mujeres en el mercado de trabajo, pero hay que añadirle a esa lucha la demanda de corregir la escasa compensación salarial de todos. Vivimos en el país con los salarios más bajos de la UE-15 y para resolver en su conjunto los escasos ingresos de la mujer no podemos conformarnos con resolver parte del problema luchando solo por la reducción de la brecha salarial. Unas y otros son víctimas del mismo clasismo.

    La mujer que está en peores condiciones en nuestro país es la de clase trabajadora y el enorme aumento de las desigualdades no solo les afecta a ellas, sino también a las familias. Hay una brecha salarial entre hombres y mujeres, pero hay una brecha enormemente superior entre familias de diferentes clases sociales.

    El que los niños y niñas hijos de familias de clase trabajadora se encuentren cada vez más lejos del nivel de los nacidos en las clases de renta superior se explica por el crecimiento de las desigualdades. Se debilita cada vez más en nuestro país ese gran logro que suponía la igualdad de oportunidades y la posibilidad de ascenso social promocionada, entre otros aspectos, por el acceso a los recursos culturales e intelectuales. Cuando uno observa los datos de informes como los del estudio PISA donde se muestran resultados tan dispares según la clase social de los alumnos se llega a la conclusión de que no existe esa igualdad que debería imperar. La pobreza infantil en nuestro país es ya una constante y está estabilizada en casi el 30%. Por eso es tan importante luchar por el aumento del nivel salarial y no solo por reducir la brecha salarial. Al igual que establecer el 4 pilar del Estado de bienestar, para lo que sería imprescindible la creación de escuelas de infancia, para ayudar a la mujer a integrarse en el mercado de trabajo. También para corregir el déficit intelectual y cultural de los niños y las niñas de la clase trabajadora desde la primera infancia, no solo desde los tres años, sino antes. Luchar por el 4 pilar es luchar por corregir el enorme retraso social de nuestro país. Ese subdesarrollo donde más destaca es en los servicios dirigidos a las familias que afecta tan gravemente a la calidad de vida de las mujeres. El enorme retraso de nuestro país se debe al gran dominio que han tenido las derechas en nuestra vida política y también al enorme conservadurismo que todavía impera.

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