7 de julio, San Fermín

Aquel 7 de julio de no recuerdo bien si fue 1991, 1992 o 1993 éramos jóvenes. Salimos los cinco en mi Seat Ibiza desde Jaén hasta Pamplona con la intención de pasarlo bien. Y vaya si lo pasamos. Dormimos, por decir algo, en una casa particular en Irurzun. Participamos activamente en el chupinazo como si fuéramos pamplonicas de toda la vida. Menos correr los encierros, hicimos de todo. Y disfrutamos, porque quién no disfruta con veintitantos no lo hará en su vida. Hoy uno de esos cinco ya no está. Los demás peinamos canas y tenemos cicatrices y cornadas de las que a todos irremediablemente nos da la vida. De vez en cuando, cuando encaramos la cuesta abajo de eso que llamamos vida, miro por el espejo retrovisor y veo el camino recorrido. No ha estado mal. Ahora toca vivir el presente. Jodido presente para muchos jóvenes, como lo fuimos nosotros. Las críticas se las llevan ellos últimamente por todo. Con razón, si. Pero es que es tan fácil criticar a los jóvenes cuando ya no se es. Me gustaría saber cómo hubiéramos actuado los adultos de hoy, si esta historia nos hubiera pillado jóvenes. Mientras, prefiero recordar a aquellos cinco estrujados por la muchedumbre mientras un chupinazo nos invitaba a gritar. ¡Viva San Fermín!