60 años de teatro

12 ago 2016 / 17:30 H.

Yo soy de los que, por muchos años que vivan, nunca podré olvidar el teatro Cervantes. Ninguna de las cosas que han ido desapareciendo en nuestra ciudad en los últimos tiempos me causó tal desaliento. El Cervantes era el centro neurálgico de la ciudad, con el complemento de aquel Ideal Bar que tantas historias de nuestro Jaén guardó entre sus paredes. El lugar donde miles de niños de varias generaciones vimos nuestra primera película y, sobre todo, nuestra primera obra de teatro o de zarzuela. Pero es que yo tengo motivos especiales para guardar un recuerdo muy particular de aquel teatro por las diversas relaciones que tuve con él en distintas épocas de mi vida, sobre todo en mis inicios periodísticos en Diario JAÉN. Además de espectador desde que era un niño, con 15 años pintaba, en el vestíbulo del teatro, las pizarras que anunciaban las películas. Con esa edad pisé el escenario, realizando diversas parodias cómicas e incluso hice alguna vez de apuntador, arrebujado en la concha. Por último, allí realicé innumerables entrevistas a grandes artistas del momento, tan importantes como el Dúo Dinámico, Rocío Jurado, Tony Leblanc, Lolita Sevilla, Luis Aguilé, Franz Johan y muchos más.

De todos ellos, recuerdo momentos e incluso anécdotas personales. Por ejemplo, de Mary Sant-pere, la actriz cómica catalana a la que entrevisté en los vestuarios del teatro Cervantes allá por el año 1965, poco antes de que fuese demolido. Mary Santpere entonces, antes de subir a la fama Lina Morgan, era, junto a María Isbert, la actriz cómica más conocida del cine y el teatro español. Su figura me impresionó. Era la mujer más alta que yo había conocido hasta entonces y su simpatía era pareja a su estatura.

Durante nuestra charla, ella me llamaba “hijo” con mucho cariño. Era mucho más joven que ella, claro, pero esta cercanía hacía muy fácil el trabajo a un periodista novel. Recuerdo que se acercó un espectador a felicitarla diciéndole que había estado muy bien en la función. Mary le contestó amablemente: “Es que yo todo lo hago muy bien. ¿No ha visto los hijos que tengo?”. Mary Santpere murió en 1992, con 79 años, mientras viajaba dormida en un vuelo desde Barcelona a Madrid. Cinco años antes, tuvo que sufrir la trágica muerte de su marido, que se arrojó desde un barco cuando viajaba a Mallorca.