17 de julio
Hoy hubiera cumplido. Nos dejó hace casi cuatro años. Tocaba la guitarra, la bandurria, el piano y casi todos aquellos instrumentos musicales que se le pusieran delante. Bailaba y de joven recorrió algunos países y ciudades españolas con los coros y danzas. No fue a la Universidad porque su padre no quiso. Crio a tres hijos a los que no les faltó su cariño, el mismo que luego transmitió a sus nietos. Nos contagió su amor por la música. Hoy la recuerdo cada vez que escucho expresiones muy de aquí, como “dar un sabaneo”, “más liada que una berza” u otras muchas. Amenizaba las fiestas con canciones picantes que cantaba acompañada con su guitarra para regocijo de sus amigos. Ahora me veo reflejado en ella cuando soy yo quién con la guitarra amenizo algunas reuniones. A pesar del tiempo transcurrido, la recuerdo a menudo en diferentes situaciones, con sus virtudes y defectos, como todo ser humano; en días señalados, paseos por Jaén o cuando escucho algunas canciones que ella cantaba y a las que sacaba la voz alta o baja. No hace un año que el mayor de sus hijos falleció inesperadamente. Ahora reconozco que mis recuerdos se centran más en ese hermano al que echo de menos y del que aún me resulta imposible escribir algunas letras. La vida me ha hecho muchos regalos. Muchos siguen a mi lado. Otros ya sólo son recuerdos.