11.000 euros por noche

    07 oct 2020 / 18:33 H.
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    La humillación constante que lleva a las neuronas hasta la máxima potencia de indignación puede ser sostenida por el alojamiento del huésped que cuesta al Estado 11.000 euros por noche, mientras miles de familias del mismo Estado sostenedor del huésped (gorrón), aún no han percibido ni un céntimo de euro del Ingreso Mínimo Vital, que solicitaron en julio. Va para tres meses de espera llena de incertidumbre para miles de ciudadanos anónimos. Para el ciudadano Borbón (Juan Carlos), no existe la incertidumbre desde que el asesino Franco, como único votante, lo votó. Desde aquel traumático momento la disponibilidad de fondos públicos le fluyó y fluye con plena inmediatez, sin demora alguna. No se puede comulgar con ruedas de molino, por mucho que estas ruedas se maquillen con leyes injustas que colman de privilegios a meros hombres que son iguales que el resto de los hombres. Mi abuelo decía que las leyes nunca fueron ni serán sinónimo de justicia. Qué razón tenía el buen hombre (y lo era por ser un hombre de buenos comportamientos). Jefe de Estado, presidente, ministro, diputado, senador, embajador o cualquier otro cargo público del Estado, o todo ex de los mencionados, por ley debería tener prohibido pernoctar en alojamientos que estén fuera del alcance del más común de los mortales de su propio Estado; la de pernoctaciones para necesitados que se podrían habilitar con esos 11.000 euros por noche. Esto que ocurre cotidianamente y pasa desapercibido —tal vez por ser cotidiano se ha hecho establecida norma— agota y estomaga. Sé que me expongo, una vez más, a ser llamado comunista, bolivariano, antisistema... y todo lo más despectivo que se le ocurra decir, por un lado, a los miles de sátrapas que a costa de los ciudadanos sencillos viven de cuenta del Estado, y, por otro lado, a los blanditos de piel o nostálgicos que se aferran al pasado para mantener inamoviblemente los privilegios heredados que garantizan su estatus superior, dominante, humillante... Pero a unos y a otros les digo que cuantos quienes se erigen defensores a ultranza de las leyes y cierran los ojos a las injusticias hasta negarlas, simplemente, son: Escoria de la humanidad.

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