Zapatero, un oficio en peligro de extinción

Ricardo Fidalgo Ávila es la única persona que se dedica a esta profesión en Torredelcampo

18 nov 2024 / 07:00 H.
Ver comentarios

Los avances sociales han traído consigo un sinfín de beneficios, pero también han sido causantes de que cosas vitales hayan quedado en el olvido. La facilidad de comprar, vender o tirar se instauró hace unos años en la vida cotidiana de algunas generaciones y, en consecuencia, son muchas las profesiones que perdieron el valor adquirido a lo largo de años y años de historia.

De hecho, el municipio de Torredelcampo llevaba algún tiempo sin zapatero, una ocupación muy valiosa desde hace siglos, por lo que los vecinos tenían que desplazarse hasta Torredonjimeno o la capital para poder recibir la atención necesaria en su calzado, bolsos o cinturones. Por suerte, hace unas tres semanas llegó, desde Fuengirola, Ricardo Fidalgo Ávila para dotar al municipio de una calidad sublime y un buen trato a aquellos clientes que, anteriormente, se veían en la obligación de acudir a establecimientos de municipios colindantes.

Desde siempre se ha dedicado a este sector, puesto que su padre era zapatero y su abuelo fabricaba alpargatas. En Fuengirola llevó su negocio durante más de una década, por lo que experiencia no le falta. Además, su hermano también lleva veinte años dedicándose a esta profesión. “He tenido muy buena aceptación porque el zapatero, al final, es algo que se fue perdiendo en un momento y, luego, volvió”, asevera Fidalgo, para resaltar a continuación: “Tenemos más conciencia sobre esa economía circular que necesitamos, la reutilización y el reciclaje de las cosas, no usar y tirar”. Por otro lado, rememoró como hace algunas décadas las prendas se heredaban de hermano a hermano o, incluso, a otros familiares. “Antes había muchos zapateros, pero se han ido perdiendo y creo que ha sido porque no hay ningún sitio donde se puedan formar”, apostilló Fidalgo.

“Es algo hereditario o que viene de países en los que la artesanía está más a la orden del día y no han perdido ese contacto con el trabajo con las manos”. En cuanto a la aceptación por parte de los torrecampeños resalta que hay quienes pasan y dicen: “Esto es lo mejor que han podido poner en el pueblo”. También hay otra mucha gente que entran solamente a darle la bienvenida y agradecer que haya venido aquí a poner el negocio. “No me puedo quejar de trabajo y, sobre todo, por lo acogedora que es la gente de aquí. Me encanta el pueblo”, afirma el zapatero, quien también agregó que se mudó hasta el municipio jiennense “por amor”.

“Por un lado, necesitaba este cambio y la tranquilidad. He dado el paso que necesitaba. He venido por amor, sobre todo. En Fuengirola tenía una buena clientela que me echa de menos, pero al final la vida te pone donde te necesita y venirme aquí ha sido un cambio, venía preparado y pensaba que lo que más necesitaba era eso, ese ritmo de vida, ese tipo de cosas. Cada vez busco más la tranquilidad y la calidad de vida”. No hay mejor legado familiar que aquel que permite ampliar los conocimientos y, también, contribuir de forma positiva a la sociedad. Ricardo está encantado de desempeñar su profesión rodeado de torrecampeños.

Provincia
set (1 = 1)