“Volvería a salir a manifestarme”

La villacarrillense, María Grima, agredida en Tarragona dice que quería dejar claro que no “hay solo independentismo”

16 oct 2019 / 13:30 H.

El porrazo fue atroz y no me lo esperaba, tuve que ir dos veces a urgencias. Además, me quitaron mi bandera y no me la devolvieron”. Son palabras de María Grima González, una villacarrillense que, con 17 años, se trasladó a Tarragona, donde el lunes pasó uno de los peores momentos de su vida.

Todo ocurrió cuando, en medio de la manifestación de protesta por la sentencia encabezada por una pancarta que pedía la libertad de “los presos políticos”, la jiennense, de 61 años, sacó una bandera de España, con la intención de reivindicar que estaban “pisando suelo español”. Lo que no “pensó” era que iba a ser agredida por uno de los manifestantes, ni que se iba a “armar tanto revuelo”. “Yo lo que quería es que vieran que no es solo independentismo lo que hay en Tarragona”, explica esta militante de Vox que estaba en una parada de autobús cuando sucedieron los hechos. La jiennense sacó la bandera y, tras varios segundos, un hombre se acercó a ella por detrás y se la arrebató. La villacarrillense intentó recuperarla y fue, entonces, cuando le propinó un puñetazo que le hizo caer. “Estoy dolida por todos sitios, pero más humillada, pero no por ellos, porque estas personas son gente joven a la que se le han inculcado estas ideas desde pequeños”, explica. Y es que, según Grima, este sentimiento independentista tiene más de cuarenta años y se ha ido “adoctrinando, poco a poco”, a los niños y jóvenes. “Yo tengo tres hijos y cuando ellos venían a casa, me decían que el Ebro, por ejemplo, era de Cataluña, y yo cogía un mantel en el que tenía un mapa de España y les decía que acababa ahí, sí, pero que mirasen dónde nacía y por dónde pasaba, porque no es solo catalán”, comenta. Asimismo, la villacarrillense asegura que la situación que se vive actualmente en Cataluña le “afecta” no solo a ella, sino también a su familia y a sus hijos. “Esto lleva mucho tiempo, pero es ahora cuando es más clara porque es cuando salen a la calle y se manifiestan más agresivamente”.

María Grima llegó a Tarragona cuando tenía 17 años y recuerda que le “exigieron” hablar catalán y se “rieron” de ella por su acento. Sin embargo, conoció a su marido y se quedó a vivir en la ciudad, donde se convirtió en la segunda mujer que condujo un autobús público, lo que también despertó las críticas entre algunos ciudadanos: “Me decían que no podía ser, y yo les preguntaba si tenía que ser catalana para poder trabajar”. “Yo quiero a esta tierra, porque mis hijos son de aquí, el trabajo lo tengo aquí, pero feliz no soy. Yo lo soy cuando estoy en Jaén, en Villacarrillo”, confiesa. Grima denunció a su agresor, un joven al cual conoce porque, según destaca, “la ciudad no es muy grande” y sabe quiénes son sus padres y abuelos. De hecho, para hacer hincapié en el adoctrinamiento que se vive en la comunidad autónoma, la familia de su agresor es de Melilla.

Así, tras lo ocurrido, acudió a la Policía Nacional tras salir del hospital porque, comenta, que los Mossos estuvieron allí pero no vio “ayuda por su parte”. Los agentes lo detuvieron ayer por un presunto delito contra el ejercicio de los Derechos Fundamentales y Libertades Públicas y un delito leve de lesiones. A pesar de toda esta situación, la villacarrillense tiene clara una cosa: “Estoy dolorida por todos los sitios, pero si tengo que volver a salir a la calle con mi bandera, lo haré. No porque me haya pasado esto voy a dejar de hacerlo”, aunque, destaca, que les ha prometido a sus hijos que, si se manifestaba, no lo iba a hacer sola. “Quizá lo haga o quizá no. Yo soy muy impulsiva y creo que es porque consumo aceite de Jaén, que nos da esa energía para ser tan valientes”. Aunque viva en Cataluña, Grima asegura que, en cuanto se jubile, se volverá a Villacarrillo porque la gente es “muy especial” y se ha sentido siempre “muy acogida en mi tierra”: “Es allí únicamente donde tengo amigas”. Los disturbios y manifestaciones continúan por segunda jornada y también los conatos de enfrentamientos entre independentistas y quienes no están de acuerdo con sus acciones.