Sin romería, pero con oración en Chilluévar

Muy diferente. Cada año, el 15 de mayo es una fecha especial en la provincia, pues en muchos rincones de Jaén rinden homenaje a San Isidro, el patrón de los agricultores, una profesión que va ligada a la esencia jiennense. Vecinos que festejan y comparten romerías para honrar a su imagen y que este año no han podido llenar las calles de alegría debido a la pandemia provocada por covid-19.

Uno de los territorios donde San Isidro es querido por todos es Chilluévar, donde celebran una romería en honor al santo a la que acuden numerosos vecinos y visitantes y que también se ha visto alterada por la crisis sanitaria. Ni romería, ni verbena, ni decoración en las calles, este 15 de mayo pasará a la historia por ser uno de los más atípicos de Chilluévar. Sin embargo, la imagen de San Isidro sí que tuvo su momento, pues alrededor de una veintena de vecinos acudieron a la parroquia Nuestra Señora de la Paz para rezar una oración en una eucaristía oficiada por oficiada por Juan María Sánchez.

La disposición fue muy diferente a lo que se considera “la normal”, con el público separado por al menos dos metros y la mayoría con mascarillas. En el caso del párroco, al menos en tres ocasiones desinfectó sus manos con gel durante la misa, algo que también hicieron los asistentes a la entrada y la salida. No fueron las únicas escenas curiosas, pues en el momento de darse la paz nadie se tomó contacto y hubo que conformarse con un leve gesto con la cabeza, mientras que aquellos que quisieron comulgar tuvieron que ofrecer sus manos evitando el contacto con el párroco.

Por lo demás, el desarrollo de la eucaristía fue lo más alegre posible con la intervención de varios vecinos para las lecturas y diversos cánticos que todos entonaron al unísono. No faltaron las oraciones en memoria de los fallecidos a causa de covid-19, ni las peticiones a San Isidro para que la pandemia acabe cuanto antes y Chilluévar pueda volver a recuperar su la normalidad. El momento más especial llegó al final cuando el párroco, incienso en mano, se acercó a la imagen de San Isidro y animó a los asistentes a cantar en su honor. De esta forma se rinde homenaje a la imagen de un santo querido por todos y que este no saldrá del templo.