“Si no es por los médicos, el toro me habría matado”

José Antonio Guirado sobrevive a una grave cogida en Santisteban

17 may 2016 / 12:45 H.

No es torero, pero es la viva imagen de un matador de toros herido. José Antonio Guirado Guzmán se recupera en el Hospital San Agustín de Linares de una cornada de 35 centímetros de longitud en la pierna derecha. El pitón estuvo a milímetros de partirle la femoral, la safena o las dos. Las tocó, pero no las rompió. Por eso, ahora lo puede contar. Y claro, también porque a un minuto de donde ocurrió todo había un equipo médico con cirujanos y anestesistas que consiguieron estabilizarlo. Ocurrió este domingo en Santisteban del Puerto.

José Antonio Guirado Guzmán se tomó un café y se subió a una de las vallas metálicas que protegen el recorrido del encierro. “No me gusta correr. Me coloqué al lado del camión subido en todo lo alto de la estructura metálica. Sin embargo, salió el toro y, en vez de tirar por la calle hacia adelante, se volvió y se vino directo para mí. Pese a que estaba alto, saltó y me cazó. Ni me llegó a revolcar en el suelo. Me dio la cornada en el aire y se fue”, explica José Antonio Guirado Guzmán desde la cama del hospital.

A partir de ahí Santisteban del Puerto vivió una auténtica “contrarreloj” para salvarle la vida. Lo primero fue trasladarlo a la enfermería, donde se encontraba el equipo médico. Allí mismo se le hizo un reconocimiento de la herida. “Tenía un cornalón de 35 centímetros que dejaba al descubierto la femoral y la safena, pero, por suerte, no las rompió”, afirma Juan María García Ortiz, el médico anestesista que estaba en la operación. “Hemos pasado momentos complicados. Afortunadamente, se ha hecho todo bien, el equipo era muy profesional y ha quedado perfecto”, concluye.

Asimismo, Rafael Flores —uno de los cirujanos del equipo— añade: “Se trasladó a Linares. Hoy mismo le he hecho una exploración y todo marcha perfectamente. No debe haber problema. Fue una cornada delicada, pero se solventó bien”. Rafael Fuentes Martos —otro de los cirujanos— también fue parte activa para “echarle” el último capote de salvación en la enfermería.

“Les estoy muy agradecido. Son unos máquinas. Me han salvado la vida”, afirma Juan Antonio Guirado Guzmán. Precisamente, no se puede decir que sea un hombre inexperto en el manejo del toro. El herido en el encierro trabaja como mayoral en la finca El Toconal. Está al cuidado del ganado que tiene el torero David Fandila “El Fandi”. “Me ha llamado esta mañana y me ha dicho que qué hago. Que si le quiero quitar el puesto”, afirma con una sonrisa. El herido en el encierro sabe que ha estado cerca de la muerte, pero afirma que no le ha cogido miedo al toro: “Cuidarlos es mi trabajo. Además, en el campo son más nobles”. Es de Navas de San Juan. Ya le ha dado las gracias a los médicos, pero cuando salga seguro que le hace una visita a la Virgen de la Estrella. Salvar la vida después de una cornada tan grave en un encierro no ocurre todos los días.

El otro herido del encierro es trasladado a Granada
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La suelta de los toros desde el camión hasta la plaza por las calles de Santisteban del Puerto también depararon otro herido. Un hombre sufrió una cornada en la pierna derecha con dos trayectorias —de 10 y 15 centímetros—. Concretamente, fue en el hueco popliteo —popularmente, se conoce como la corva—. Pese a que fue un percance grave, sí que presentaba menos compromiso vital que el de Juan Antonio Guirado. También fue operado en la enfermería, estuvo en el Hospital San Agustín de Linares y ya se encuentra en Granada, donde reside el herido.

A diferencia de los días anteriores, el último encierro en Santisteban del Puerto resultó tremendamente accidentado. El primer y el segundo toro propinaron dos serias cornadas que, afortunadamente, se quedarán en un susto y varios días en la cama de recuperación.

Claves

El encierro. La forma de correr los toros en los municipios del Condado difiere mucho a cómo se hace, por ejemplo, en San Fermín. En esta comarca jiennense, los astados salen de los camiones que los transportan y pasan por las calles arropados por los mansos. Sin embargo, lo hacen de uno en uno —en Pamplona o en San Sebastián de los Reyes van los seis a la vez—. Esto hace que el encierro sea más largo y, también, entretenido.