San Isidro labrador frente a los olivos de Martín Malo
Rogativa en la procesión del patrón de la aldea de Guarromán para que siga lloviendo

Está Martín Malo rodeada de olivares, lo cual no es una novedad en Jaén, pero sí que son olivares en tierra roja y minera, forjada por las manos del hombre generación tras generación para sacarle el mayor rendimiento a la madre Naturaleza. De ahí su devoción por San Isidro, en lo que es la romería más antigua de Guarromán, municipio al que pertenece la aldea. Este fin de semana se han celebrado las fiestas en su honor, con una verbena cuya barra ha llevado adelante la propia hermandad y que han culminado con la procesión del santo por las dos únicas calles, la principal, donde el sacerdote Luis Juan Gallardo celebró la misa que le precedió, y se llama Mesa y la calle Antonio Ortega. Son días en los que se multiplican por cinco los habitantes, porque quienes nacieron en Martín Malo, vuelven siempre a reencontrase con San Isidro en su coqueta ermita y por las calles. Las puertas se abren de par en par y una foto rodeada de plantas y flores silvestres preside las ventanas. Acompañado por la música de la banda Francisco Latorre, fue portado el patrón por los vecinos y antes de encerrarse de nuevo hasta el próximo año, contempló los olivares y sus lomas. Todos pedían agua, igual que imploró por ella el párroco, pero también pidió a los fieles que “cada uno hagamos lo que nos corresponde como cristianos”, subrayó.