Ruido de motores y caballos en un gran día de San Isidro en Villacarrillo
Decenas de tractores salen con carrozas decoradas para celebrar al patrón del campo

La figura de San Isidro es muy querida en todos los sitios donde la agricultura es el principal medio de vida. Villacarrillo es uno de esos pueblos que venera y que tiene en el labrador a una de sus imágenes más preciadas.
La capital de la comarca de Las Villas tiene un extenso calendario de celebraciones, es famosa su Semana Santa, pero lo es aún más su Corpus Christi, que ya está a la vuelta de la esquina. 60 días que dura este tramo litúrgico y que deja que brillen otras onomásticas con las que el pueblo se identifica por su origen, como es la de San Isidro Labrador.
Los villacarrillenses comenzaron ya la festividad, que se disfruta tradicionalmente en el campo, el miércoles por la tarde, cuando algunos ya se desplazaron al área recreativa de San Isidro, situada en el paraje cercano del Mastizar. Por la noche pudieron disfrutar de una verbena en la ermita del santo, que sirvió para calentar motores para el día grande, que como manda la tradición, es el 15 de mayo.
Con San Isidro preparado para salir de la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, también lo estaban los tractoristas para desfilar con él. Los tractores ocupan un papel central en estos festejos, ya que son el símbolo del trabajo agrario, motivo que representa el santo madrileño.
La imagen recorrió las calles Don Ambrosio, San Fernando, Goya y Covadonga, hasta llegar a la calle Cádiz, donde toda la comitiva —compuesta por decenas de tractores con carrozas engalanadas de diferentes temáticas, caballistas y más gente a pie— se unió al itinerario, precediendo al santo, que quedó en último lugar del desfile. La estampa coloreó las calles de alegría y romería para aquellos cientos de curiosos que salieron de sus casas para ver la curiosa postal campera y tradicional del municipio de Las Villas.
La larga procesión siguió por las calles Gustavo Adolfo Bécquer y Rodero Matarán, hasta encarar el camino del Mastizar, momento en el que la fiesta comenzó a encontrarse con su propio ser. Entre olivos y unas vistas inmejorables a Sierra de Cazorla, San Isidro, acompañado la Agrupación Musical Cristóbal Marín, siguió su trayecto hacia su ermita, mientras los camperos ya se adelantaban, deseosos de comenzar con la fiesta.
El santuario aguardaba con las puertas abiertas la llegada de su inquilino. También lo hacían los cientos de personas que ya habían desembarcado momentos antes. La entrada a la ermita solo consumó lo que ya se palpaba en el ambiente, la alegría de estar todos en comunidad, en el campo y de disfrutar de una jornada en convivencia con los vecinos.
Después de la homilía en su honor, la gente comió, bebió y disfrutó de la música con el aliciente de un tiempo no muy caluroso, lo que remató una jornada especial para los villacarrillenses.