Doscientas páginas que llevan de viaje a una cruda realidad

“Las cenizas del comal”, la primera novela de Francisco Martínez Criado

03 dic 2016 / 11:16 H.

El objetivo no era escribir un libro, sino una terapia para sacar los demonios. (...) Ser voz de los sin voz”. Así presenta Francisco Martínez Criado su primera obra, “Las cenizas del comal” (Lacre Ediciones), un libro que, a través de una historia de amor truncado por la guerra en El Salvador, cuenta una cruda realidad que, con gran virtuosismo, relata este mengibareño. La obra se presentó en la Casa de la Cultura, ante un nutrido público y con dos invitados de excepción: los protagonistas de la historia novelada de “Las cenizas del comal”: José Márquez, presidente de la Coordinadora de ONGD de Granada, y Teresa Cruz, representante de la ONG Entreculturas y exguerrillera salvadoreña. Además, asistieron Juan Bravo, alcalde de Mengíbar, y Blas Alabarce, concejal de Urbanismo y amigo personal del escritor, que ejerció de presentador del acto.

“Francisco quiso inmortalizar algunas de nuestras historias”, recalcó Teresa Cruz. “¿Saben lo que significa irse a la cama sin haber cenado y que, a pesar de todo, hay una lucha constante que no se detiene?”, aseveró. El otro protagonista, Márquez, destacó el papel de luchadores como Cruz, que se fueron a la guerra “a entregar la vida”. “Así despedí a Teresa en 1985 en la frontera de Honduras con El Salvador. Y veinte años después nos volvimos a encontrar cuando ya creía que no existía”, dejó claro.

Y aquí es donde entra Martínez Criado. “Nos encontramos a un carpintero de Mengíbar en El Salvador diez años después de acabar la guerra, pero él estaba librando otra guerra, que todavía se vive allí: la violencia en la calle, la de las pandillas de jóvenes que no les tiembla la mano para matar a nadie. Pero Paco creía en esa gente: no son monstruos, son personas que se pueden recuperar”, apuntó Márquez. Francisco Martínez explicó que, entre otras razones, escribió el libro “para no olvidar” y porque en mitad de tanta sangre y sufrimiento, se topó con “un canto de esperanza”. Y entre historias duras y retazos de mezclas de la cultura maya con la cristiana, fue aprendiendo y dejando pensamientos. “Le debo tanto al pueblo de El Salvador que escribir un libro era lo mínimo que podía hacer”, concluyó el autor.

tremendo choque al volver a casa

El cooperante mengibareño regresó a casa física y mentalmente agotado, cuando la situación era insostenible y no había fondos para mantener su estancia en El Salvador. “Al volver a España tuve un choque, solo abrir un frigorífico y ver comida me ponía a llorar”, comentó este comprometido

autor de “Las cenizas del comal”.