Artista autodidacta de obra muy prolífica
Diversos premios y exposiciones jalonan la trayectoria de Sonia Fernández, un referente en la creación local
La historia de Sonia Fernández es la de una artista hecha a sí misma, una autodidacta que todo lo que sabe de dibujo y pintura lo debe a su propia curiosidad y a un don innato que la lleva a buscar el máximo realismo en todos los retratos que cobran vida desde sus lápices y su paleta de colores. Reconoce: “Mi formación artística únicamente se basa en la observación y en el estudio minucioso de lo que pinto o dibujo, y en cada retrato aprendo cosas nuevas que me sirven para perfeccionar los siguientes”.
Ya desde muy pequeña —cuenta— le gustaba dibujar y plasmaba en papel todo lo que le rodeaba. Recuerda cómo sus cuadernos del colegio acababan como un catálogo de retratos garabateados de compañeros de clase y de dibujos que le surgían fruto de su imaginación y creatividad desbordante. Luego conforme creció y asumiendo responsabilidades tuvo que dejarlo un poco de lado, pero sin darse cuenta, casi instintivamente, cada vez que caía en mis manos un lápiz y un papel, garabateaba figuras que luego iban a la papelera.
El despertar de su vocación artística esperó hasta 2010, cuando ganó el primer premio del concurso de marcapáginas del Ayuntamiento, al que se presentó gracias a la insistencia de su marido. Al año siguiente volvió a repetir el éxito, y repitió el primer premio. Aquellos reconocimientos marcaron un antes y un después en la biografía de Sonia Fernández, que desde entonces se tomó en serio el aprendizaje de nuevas técnicas en la biblioteca. Paso a dibujar solo con lápiz y rotulador y a mezclar el grafito con el pastel, el dibujo a lápiz blanco sobre cartulina negra y, más recientemente, la pintura al óleo.
Desde entonces no para de dibujar sin dejarse influir por corrientes estéticas ni modas. Su principal motivación es alcanzar el máximo realismo en cada obra, ya sea de personas, imaginería religiosa o animales. En sus comienzos pintó lo que a ella le gustaba y ahora acepta encargos de particulares, en los que trata de encontrar la esencia del retratado -ya sea persona o animal- en el detalle de su mirada, “porque los ojos son el espejo del alma”.
En estos seis años que lleva trabajando su colección ya supera las cien creaciones y suma premios y exposiciones. Trabaja en nuevas propuestas para una muestra, después de las de la Casa de la Cultura Francisco Delicado.