Lupión se encomienda a la Santísima Virgen de Lorite

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Antaño se suspiraba por la llegada de septiembre, pero con el éxodo al Levante y las grandes ciudades, buscando el pan de cada día, los lupionenses decidieron transponer sus días grandes a las primeras jornadas de agosto. Simplemente por un motivo pragmático: volver a ver a aquellos que un día corrían felices por las calles del municipio de La Loma.

Las campanas de la iglesia de la Asunción retumbaron por el callejero, anunciando que la Reina de Lupión estaba a punto de procesionar sobre los hombros de sus devotos. Emoción contenida y santiguaciones sinceras al ver el divino rostro de la Virgen de Lorite, Santa Madre y Patrona, la misma que durante décadas protegió y bendijo a vecinos y plantaciones de un mar de olivos en calma, en silencio, con la sed como estigma y el trabajo como cruz. Por mucha primavera pluvial que haya diluviado. “Viva la Reina de Lupión, viva la Virgen de Lorite”, se escuchó al unísono cuando la devoción se desbordó al bramar los sones de la Sociedad Filarmónica “Santa María del Alcázar” de Baeza, fiel acompañante durante la noche de fe. La historia cuenta que la veneración de los lupionenses se forjó a través de leñadores, los mismos que encontraron el rostro de la Santa Patrona escondido en el tronco de un árbol, en el primitivo “Lugar de Lorite”, según cuentan los antiguos escritos.

Desde aquel momento, primero en Lorite, el germen de su fe, y después en Lupión, y siempre con permiso del Santísimo Cristo de la Vera Cruz, los vecinos de este rincón de Jaén acompañan a su guía para corresponder sus promesas cumplidas. Los farolillos y las banderolas dieron color al tránsito, los vítores no dejaron espacio al silencio y el itinerario se hizo corto. De nuevo en las puertas de la parroquia, para ser venerada y resguardada, la Virgen de Lorite se despidió de sus fieles en sus días grandes, en sus fiestas, en la feria hecha por y para ella. Pero la tristeza no invadió los ánimos de los fieles, pues hoy, tan solo 24 horas después, el Santísimo Cristo de la Vera Cruz emprenderá la mitad de la tarea que inició la Señora de Lorite: proteger a los lupionenses.