Lugares singulares, únicos, maravillosos y fresquitos: Arroyo de los Tornillos del Gualay

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Tierra de Jaén la nuestra que guarda “como oro en paño” tesoros escondidos. Naturaleza en esplendor casi inimaginable como pocas provincias pueden presumir. Aquí un lugar que merece documental en “prime time” televisivo: Arroyo de los Tornillos del Gualay. Semejante nombre reverbera poesía en cada recoveco de unas aguas limpias que salvan calizas como si en nuestras manos se derramara esa vida en forma de lágrimas sin fin. Piedras grandes como catedrales horadadas por el devenir de los tiempos y el agua hecha melancolía, piedras amontonadas que condensan una historia de compañía al más preciado de nuestros bienes. Gualay es a la aventura lo mismo que los tornillos de su nombre profetizan recovecos infinitos por los que transitan las aguas verde esmeralda. De la Sierra de Cazorla y afluente del desconocido río Guadalentín, de las entrañas del Parque Natural y de la fusión con la embaucadora Sierra del Pozo, este arroyo cuenta sin que casi de sepa calderas naturales y cascadas en carrusel, humedales de otras latitudes, amén de una ribera virgen y extrema, árboles que surcan el cauce, cielos en azul infinito que se descubren eternos a su visitante más ilustre, el quebrantahuesos. No hay parangón entre las semejanzas y puestos a comparar podría decirse que es incomparable este arroyo alejado de las rutas oficiales, un oasis de nuestro paraíso. Y hablamos de Cazorla y del Alto Guadalquivir, de Jaén y de su provincia, un Jaén en verde en el que perderse para encontrarse y soñar con los pies en el agua. Y fluyen a tu alrededor los peces y los sueños, la paz y el canto de los pájaros, el aleteo de las chicharras y el viento que se hace sinfonía cuando cruza raudo por los cañones. Arroyo de los Tornillos del Gualay, no lo olvide, no será fácil de olvidar, casi imposible, si cogen la mochila y se adentran en estas aguas frías, su corazón no sólo bombeará vida, también sueños que van a dar a los ríos.