Lucha incansable por mantener en pie la iglesia de Río Madera

Aldeanos y visitantes organizan diversas iniciativas para restaurar el templo

26 sep 2019 / 16:33 H.

El Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas acoge en su seno una singular joya del patrimonio jiennense que se resiste a ser presa del paso del tiempo y de las fauces del olvido, la ermita de San Francisco Javier. Ubicado en pleno corazón de la aldea de Río Madera, uno de los núcleos de población de Segura de la Sierra, a unos 350 metros del río homónimo y a 150 del Arroyo Canales, este humilde templo no pertenece al obispado ni tampoco al Ayuntamiento, sino a todo el mundo y, a la vez, a nadie en concreto. No en vano, fueron los propios aldeanos, con su sudor, los que la erigieron hace ahora cerca de un siglo.

En sus orígenes, la construcción no se utilizaba como iglesia, sino que servía de punto de reunión de los vecinos. Tras ello, ya desde hace décadas, en este templo sin par se celebra cada año, a finales de agosto, la fiesta en honor de su titular y Nuestra Señora de Fátima. Es entonces cuando la aldea se llena de los habitantes procedentes de los núcleos de población que la rodean y otros visitantes, que disfrutan en familia de la celebración y del maravilloso entorno natural segureño. El resto del año, sin embargo, la paz más absoluta reina en el enclave. Con el paso de las décadas, sus habitantes se vieron obligados a buscar fortuna fuera del mismo hasta que la aldea se quedó prácticamente vacía y, como triste símbolo de la despoblación, su icónica iglesia, a pesar de que sigue con vida —el sacerdote colombiano Roque Jaimes visita y oficia misa esporádicamente en ella— se fue deteriorando.

Sin embargo, el tesón de los aldeanos que permanecen en Río Madera por mantener vivo el pasado de su tierra les ha llevado a poner en marcha iniciativas para conseguir que el templo siga en pie. Uno de ellos es Pedro Mañas, gerente de la Hospedería Río Madera y natural de la misma aldea, que explica que hace unos años consiguió arreglarse la cubierta de la iglesia con el dinero de los habitantes: “Se hacían colectas en misa y cada uno aportaba lo que podía”. Al esfuerzo de los vecinos se sumó la ayuda de dos jóvenes de la zona que, de forma desinteresada, restauraron las vidrieras y la de Clemente Olmo, un vecino del municipio cordobés de Cañete de las Torres que, seducido por el entorno segureño, acude cada año junto a su familia y sus amigos a la romería de Río Madera e incluso ha organizado ventas de pañoletas y camisetas para obtener fondos que se emplearán en la restauración de la iglesia.

No obstante, aún queda mucho trabajo por hacer para ahuyentar cualquier tipo de amenaza que haga peligrar la estabilidad de esta construcción: “La carcoma está fastidiando el suelo y el artesonado, que también son de madera, y en arreglar eso queremos centrarnos ahora”, comenta Mañas. La unión, más que nunca, debe hacer la fuerza para poder salvar esta maravilla escondida en la sierra jiennense.