Los embalses jiennenses continúan cerca del 50% pese al sofocante calor

La calima aterriza en la provincia durante las jornadas más calurosas del año

23 jul 2024 / 07:00 H.
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Si en un concurso televisivo del estilo de “Saber y ganar” formularan la pregunta “¿En qué fecha se tomó la fotografía del margen superior?” seguramente el participante la situaría en cualquier época del año que no fuera el verano. Nada más lejos de la realidad, pues la imagen que ilustra esta pieza se sacó nada más y nada menos que durante el atardecer del pasado 19 de julio.

La falta de luz, que pudiera parecer engañosa, no es otra cosa que la calima que se deja ver durante los últimos días en la provincia. El ambiente que se respira está lleno de bochorno, pero los ricos remansos de agua alivian con creces una sensación que puede resultar insoportable. Este polvo desértico aterrizó en el Santo Reino en las jornadas más calurosas de todo el período estival para dibujar estampas cargadas de encanto. Una buena muestra de ello la pudieron percibir aquellos que se dejaron caer por los tesoros naturales de la Sierra de Segura durante estos días. Si ya de por sí este singular rincón de la provincia es esplendoroso, estas partículas mágicas convierten la experiencia en algo único, como se puede apreciar en la instantánea tomada al pantano más señero del territorio: el Tranco.

Visitar los embalses del Santo Reino es, precisamente, un ejercicio curioso cuánto menos. A pesar de que las precipitaciones llevan tiempo sin regarlos, las comparaciones son odiosas, y la situación difiere mucho de la del año anterior. Las lluvias primaverales supusieron un auténtico bálsamo para los pantanos, cuya capacidad denota una gran diferencia con respecto al mismo período del pasado 2023. Para muestra, un botón. Las cifras avalan la recuperación de los pantanos de la provincia de Jaén que se encuentran, a 22 de julio, al 41,37% de media con 976,902 hectómetros cúbicos embalsados, cuando hace tan sólo un año había 576,747 hectómetros cúbicos (24,42%), según los últimos datos del Sistema Automático de Información Hidrológica (SAIH) del Guadalquivir. Números que, sin duda, invitan a la esperanza, pues se está cerca de ese 50% que hace tan solo unos meses se volvió a alcanzar después de largos y demoledores períodos marcados por las sequías.

En este sentido, a la cabeza a esta fecha se encuentra el Dañador al 85,03%, aunque precisamente este es el único que estaba en una situación más óptima durante el año anterior, cuando su capacidad era de hasta un 94,23%. En una situación similar está el Siles, que alcanza el 83,89%, mientras que el mismo día de 2023 estaba a la mitad, al 40,74%. El Aguascebas se encuentra en 77,40%, 10 puntos más que hace un año (66,74%). Por su parte, el Rumblar llega al 71,09%, situándose en 2023 en el 24,94%. Le sigue el Víboras con el 51,97%, cuando hace tan solo doce meses se encontraba al 30,94% de su capacidad. La Fernandina, el Quiebrajano y el Jándula tienen, a 22 de julio, un 49,17%, un 43,68% y un 42,04% respectivamente, mientras que en 2023 se colocaban en 36,88%, 23,05% y 22,79%. Así las cosas, el Tranco de Beas —en la imagen superior— se mantiene aún muy cerca de la mitad de su capacidad con un 41,62%, quince puntos más que los registros de la misma fecha de 2023 (25,80%).

El Guadalén, por su parte, presenta una capacidad del 39,26%, estando en 2023 en 21,11%. Cabe destacar que en este pantano se lleva produciendo durante más de dos meses un proceso de desembalse con el que, según CHG, puedan alcanzar el 20% de capacidad para llevar a cabo unas obras que necesita el mismo. Para ser conscientes del agua que se desembalsa del pantano desde hace meses solo hay que echar un vistazo a los datos del 1 de junio, cuando con 117,307 hectómetros cúbicos de volumen embalsado, el agua llegaba hasta un nivel del 72,17%. Cierran la lista el Guadalmena y el Giribaile, que están al 38,66% y al 25,97%, cuando un año atrás alcanzaban el 22,77% y 16,72%, respectivamente. Unos números que dejan patente que las precipitaciones de los últimos meses fueron fundamentales para las reservas de agua en unos meses de verano marcados por elevadas temperaturas y un calor sofocante. Además, se dibuja un panorama esperanzador para un sector agrario azotado en demasía, especialmente estos últimos años.

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