“Lo que más me motiva es vender mi propio aceite algún día”

Mayca Galán fue una de las tres finalistas dentro del premio nacional Mujer Agro en la categoría Juventud

08 ago 2022 / 13:12 H.
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Son pocas las mujeres que desempeñan un trabajo tan físico como el del campo. Entre ella se encuentra la fuerterreña Mayca Galán, quien no dudó, hace unos años, en tomar las riendas de la explotación de su padre y cultivar ella misma los olivos. Esto no ha pasado inadvertido.

—¿Cómo participó en el prestigioso certamen Mujer Agro?

—Presenté la candidatura de la mano de mi aceite virgen extra, Galán y Punto y como ejemplo de relevo generacional. Me siento muy contenta de haber sido finalista. Al final ganó una ganadera, que tiene aún más sacrificio. Estoy contenta de que, por fin, se valore el trabajo de las mujeres en el mundo del campo.

—¿Se siente usted sola en un mundo de hombres?

—No sola, sino observada, como si desde fuera creyeran que no soy capaz de llevar las riendas de una explotación. Es como si la gestión, el mando, la toma de decisiones si no los hace un hombre no están bien hechos. Impera el “siempre se ha hecho así”. Tengo el apoyo incondicional de mi padre, mi hermano y mi madre. Puedo equivocarme o acertar, pero me dejo asesorar por ellos. Me miran como si fuera capaz y lo estoy consiguiendo. Llevo desde 2019 como autónoma del olivar.

—¿Ha tenido algún problema?

—Nunca y eso que siempre trabajo con hombres. Me he ganado mi sitio con esfuerzo y sacrificio. No ejerzo de jefa, sino de compañera, y siempre me han tratado bien. Yo lidero más que ejerzo de jefa y me siento comodísima. Casi siempre trabajo con personas de Marruecos, pero pese al contraste cultural nunca he tenido problemas con ellos.

—¿Cómo es su explotación?

—Olivar tradicional de secano, que nos sirve para subsistir a mí y mi familia. Se trata de una finca mediana, con olivos viejos y jóvenes.

—¿De qué manera se presenta la próxima campaña de la aceituna?

—Se presenta fatal para todos los agricultores, por la sequía y la ola de calor, que afectó cuando la flor estaba para cuajar. La producción va a bajar más del 50%. Siempre digo que soy la que manda en mis tierras y en mí manda Dios. Estamos siempre mirando al cielo. Para afrontar los años malos como este que viene, la gente del campo guarda cuando hay cosechas buenas. Hay que ser previsores.

—¿Hacen falta las subvenciones?

—Soy de las que entiende que las ayudas deben darse. Nuestro producto buenísimo, pero sin ellas no somos capaces de subsistir. La mentalidad de agricultor tiene que cambiar para aprender a vender mejor el aceite. Los gastos son mucho mayores, a veces mayores que los beneficios.

—¿Recibió usted ayuda de incorporación de jóvenes al campo?

—Sí. La ayuda de incorporación es para cinco años, en mi caso, desde 2019, pero el problema es que me limita a trabajar fuera del campo. Esa es la única pega. Casi todos los jóvenes agricultores que hay en Fuerte del Rey estamos formados en la Universidad y s complicado, pues no podemos trabajar a jornada completa una vez recibida la ayuda.

—¿Suele llevar el tractor?

—Tenemos uno, pero lo lleva mi padre. Yo sé conducirlo, pero me prefiero el trabajo con los pies en el suelo, aunque sea superfísico. Tengo fortaleza y soy muy deportista. Salgo a correr y he ganado varias carreras.

—¿En qué consiste su proyecto denominado Galán y Punto?

—Me gustaría que mi aceite estuviese en muchas casas de España, que se viera el valor de la calidad que tenemos aquí. Hasta ahora he llevado mi aceite a Zaragoza, Canarias, Polonia, entre otros lugares. Pongo una foto y la gente me pregunta. Hasta que termine la ayuda de incorporación no podré darle la difusión que quiero. Me encantaría que el aceite de Jaén lo conozca el mayor número de gente. La molturación, en una almazara privada y luego se envasa. El de la pasada campaña es espectacular, un aceite verde de aceituna enverada, un poco picante, con sabor a hoja, a manzana, muy bueno.

—¿Si se dieran más facilidades, cree usted que trabajarían más mujeres en el campo?

—Que trabajasen en el campo como tal, no. Es duro y sacrificado, pero para gestionarlo en la oficina, con el papeleo y la burocracia, sí. Aquí hay algunas mujeres que trabajan en el campo pero son las menos y que hagan las dos cosas, ninguna.

—¿Hay discriminación en la campaña de recolección oleícola?

—Sí, hay, pero el último año se notó menos. La aceituna está cada vez más mecanizada y pueden hacer el trabajo las mujeres. Hay ciertos puestos de trabajo en que un hombre aguanta más que una mujer, o no. En la proporción de contratos en la aceituna, ganan por goleada los hombres, aunque tal vez ellas no quieran a trabajar en el campo. Por ejemplo, en mi caso, desde hace años, no suelen trabajar mujeres en la aceituna y no porque yo no quiera contratarlas.

—Ha hecho historia al ser la primera mujer en el consejo rector de una cooperativa del municipio.

—He entrado como vocal de Bodega porque me lo han pedido los dos presidentes, que querían contar conmigo y dijeron que mis aportaciones pueden ser buenas. Me convencieron, aunque al principio no quería. Vi que era una oportunidad. La nueva cooperativa es resultado de la fusión de Nuestra Señora del Rosario y San Isidro. Empezaremos el 1 de noviembre.

—¿Cómo ve los precios del aceite?

—No son los que deberían de ser. Vendemos jamón de pata negra a precio de chóped de pavo. Es verdad que han subido un poco, pero aun así deberían ser algo mayores.

—En la práctica, la diferencia de cotización entre un AOVE y un lampante resulta mínima.

—A esos precios interese producir lo peor porque no se paga lo mejor. No entiendo por qué la diferencia es tan pequeña. De esa manera, se desincentiva la producción de calidad.

—¿Cómo le influye la inflación?

—Se me ha encarecido el gaséoleo y estoy reduciendo el laboreo con la grada. Igual pasa con el líquido, así que “curo” menos. En cuanto a fertilizantes, hemos abonado lo justo. Entre eso y que no llueve te limitas a lo mínimo. Hay que reducir jornales en vez de meter a gente. En vez de echar veinte días quintado va- retas echaré cuarenta.

—¿Qué opina de la falta de relevo generacional en el olivar?

—Yo estoy metida de lleno por dar el relevo generacional a mi padre, que se jubiló hace un año. Si los precios son cada vez menores y el trabajo no se valora, al final las tierras se irán dejando. Los jóvenes sentimos un dualismo entre el corazón y la razón, por no dejar abandonadas las tierras. Lo que más me motiva es vender mi propio aceite algún día.

—¿Existe mucha burocracia?

—La veo excesiva. Un exceso de papeleo y de controles que a lo mejor nos hacen por cercanía a la capital. No pensaba que el campo tuviera tanta burocracia. Veía a mi padre con su carpeta para arriba y para abajo, en gestorías, en la OCA [Oficina Comarcal Agraria]... Mi suerte es mi padre que es mi maestro, aunque a veces tengamos diferencias.

—¿Qué le parece la actitud de la juventud fuerterreña en relación con las explotaciones familiares?

—Hay algunos que son gente muy válido, con iniciativa e inquietudes. La mayoría de los agricultores jóvenes es gente con las ideas muy claras, que sabe lo que están haciendo. El perfil de la gente del campo ha cambiado. Ahora el campo se elige, no como ocurría hace muchos años.

—¿Es difícil vivir de la agricultura?

—Se puede vivir de la agricultura, pero para eso es imprescindible trabajar bien. La realidad es que actualmente cuesta vivir de todo por la situación económica general. El campo te da libertad., pero es necesario hacer muchos número y muchas cuentas porque cada vez está el panorama más complicado y hace falta tener muchas cosas en cuenta para que al final todo cuadre.

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