Lavadero y charlas interminables en el recuerdo de la fuente comunal Los Villares

Adolece de mantenimiento, pero la naturaleza obra su curso y el agua mana abundante y fresca de su caño, pese a que no llueve lo que debiera en este otoño que ha comenzado escaso de precipitaciones, precedido de un verano extremadamente caluroso y seco. De hecho, mana por su caño 2 litros de agua por segundo. Es la fuente comunal Los Villares, en el término de Santiago-Pontones. Caño, pila superior, estanque a desnivel inferior flanqueado por piedras –literal– de lavar, entre pinos, con cuatro mástiles de madera que sostenían una techumbre que ya no existe. No es difícil imaginar a las mujeres del entorno ir a lavar el ajuar mientras conversaban sin pausa sobre los avatares del día a día en un entorno rodeado de pinos y con un cielo espectacular. Un parlamento espontáneo al ritmo de brazos, manos y torso acompasando el movimiento para frotar la ropa enjabonada con las ranuras de las pilas. Agua de esta fuente que dio vida a los villariegos hasta los años 70 y desde la que se divisa la única zona virgen de la sierra, Guadahornillos.