Laura Caño, la primera jiennense con parálisis cerebral que se graduará en la ESO
La marteña de 15 años hará historia en la educación española, aunque su camino no ha sido nada fácil

Laura Caño Romera hará un hito en la educación española el próximo junio. La marteña de 15 años será la primera andaluza y la primera jiennense con parálisis cerebral en graduarse en la Educación Secundaria Obligatoria. No ha sido un camino de rosas, pero el esfuerzo y la motivación de la joven, el apoyo incondicional de su familia y la tecnología han hecho posible que Laura comience en septiembre su cuarto año en el IES San Felipe Neri. Ser la primera no sólo es motivo de orgullo, también conlleva una gran responsabilidad. Y es que Laura lleva toda su vida abriendo caminos para llegar hasta este logro, empezando desde el colegio.
“Cuando ella llega a un centro con un diagnóstico de parálisis cerebral y altas capacidades es un choque de camiones”, cuenta su madre, Gema Romera. La joven, con limitaciones en sus capacidades motoras, tiene un coeficiente intelectual de 128, por lo que está capacitada para seguir el nivel académico del curso. El problema es que la clase “va muy rápido y no se adapta a mí”, explica Laura. La marteña se comunica a través de un dispositivo de seguimiento ocular que “me permite hablar sola y decir lo que quiero”. Una tecnología imprescindible para su educación y con la que muestra una alta competencia operacional e índice de uso.
Pero los profesores “no están preparados” y la que paga las consecuencias es ella. “Ellos sienten miedo ante lo desconocido. Además, tienes que encontrar personas que tengan ganas y estén dispuestas a trabajar”, incide Gema. Por ello, piden que el centro “busque la manera de que la clase se adapte a Laura, no que Laura se adapte a ella”. La joven siente el peso de ser una referente entre el colectivo de personas con discapacidad. Su caso es una inspiración y un claro ejemplo para el sistema educativo de que otras formas son posibles y que la tecnología es esencial en la formación. A pesar de ello, aún queda camino para una educación realmente inclusiva y accesible.
Un camino de obstáculos educativos para conseguir estudiar Magisterio
La inclusividad en los centros educativos pasa por adaptar la asignatura a la situación de cada alumno. Laura Caño y su ordenador son inseparables a la hora de asistir a clase, y en ocasiones, el temario no va acorde a esta tecnología. Por ejemplo, la familia cuenta que, a la hora de pedir los libros de texto vía digital, algunos profesores “no se los envían”. La joven cursa el mismo nivel académico que sus compañeros, pero al no poder coger apuntes ni pasar las hojas del libro, tiene una persona de apoyo que lo hace por ella. El problema llega cuando hay rotación y cada día tiene un acompañante distinto con una metodología diferente, lo que supone más trabajo para la estudiante y su familia.
Tal y como dice su madre, Gema, “estamos siempre con el pico y la pala, pared tras pared”, para conseguir el sueño profesional de Laura, estudiar Magisterio y poder ser profesora. La situación a la que se enfrenta la marteña es que Bachillerato no está adaptado a personas con necesidades especiales, como tampoco lo está la prueba de acceso a la universidad. Otro “obstáculo” más en el camino. Por ello, Laura piensa que continuará sus estudios en la Formación Profesional. La joven tiene claro lo que hará cuando sea profesora: “Daría todo el tiempo necesario a cada alumno para que pueda expresar sus necesidades”.
El caso de Laura Caño, en detalle
Laura Caño nació en 2009 y tiene parálisis cerebral a causa de una negligencia médica en el parto. Con un 85 por ciento de discapacidad reconocida, presenta un coeficiente intelectual de 128. Su ordenador funciona con un dispositivo de seguimiento ocular que permite a la joven comunicarse, así como hablar por las redes sociales, ver YouTube y buscar sobre sus pasiones en internet. En clases, la joven asegura que se siente discriminada por parte de sus compañeros de clase, dice que la ignoran y la hacen sentir sola en su día a día. La familia expresa que los centros educativos no están adaptados ni formados para cualquier pequeño problema que pueda surgir con la silla o con el comunicador. La única adaptación que tiene la alumna en sus clases se da en los exámenes, que en lugar de ser de desarrollo, los profesores se los plantean con varias opciones o esquemas, más concretos.