INVESTIGACIÓN (II). La madre de Khawla: “Un grupo de criminales planeó quitarme a mi niña”

Entrevista completa con Hakima Zeroil, resuelta a demostrar que hubo más implicados en el crimen de su pequeña en Alcalá la Real

    15 nov 2022 / 21:31 H.
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    Este martes se han cumplido nueve meses de un crimen que dejó petrificada a la sociedad española, una muerte extremadamente violenta que dio la vuelta al país y que a nadie dejó indiferente. El cuerpo de Khawla, de 14 años, fue hallado en una ruinosa iglesia de la Fortaleza de la Mota, en Alcalá la Real, después de que el autor confeso alertara a los servicios de emergencia 112 de lo que había hecho. Kakyma Zeroil, la madre de Jaula, como es conocida en el municipio, rompe su silencio en una entrevista en la que desnuda lo que siente y lo que piensa y en la que lanza preguntas que quiere que la Justicia responda. Está convencida de que hubo más gente implicada: “Él solo no pudo”.

    Vive en una humilde vivienda del Pasaje del Coto de una ciudad que se volcó con ella desde aquel 15 de febrero, el día fatídico que dio permiso a su hija para que acudiera a casa de una amiga para ayudarle a estudiar. Estaba matriculada en el tercer curso de ESO del instituto Alfonso XI y sus notas, que su madre enseña como si fueran trofeos, no bajaban del nueve. Todos sus profesores estaban convencidos de que Jaula llegaría lejos, una niña que su madre define como “buena e inteligente”. Nacida en el Maternal de Granada el 14 de julio de 2007, nunca dio un ruido y siempre estuvo al lado de su familia, de su madre y de su hermano, de 10 años. “Han matado a una hija y a una madre, porque ella cuidaba de mi niño, siempre iban juntos, nunca se separaban”, relata.

    Hakyma Zeroil creció en un pueblo marroquí cercano a Marrakech, en el seno de una familia con trece hermanos. Llegó a Alcalá la Real con un contrato de trabajo que le procuró uno de ellos. Tuvo sus dos hijos, no le faltó nunca el trabajo y, aunque su marido residía en su tierra, finalmente se divorció. “He trabajado en todo, en las casas, en la fresa, en la aceituna, en todo...”, rememora. “El futuro cada uno busca el que quiere, pero yo creo que el peor futuro que pueda tener aquí siempre será mejor que el que hay en mi país, pero lo cierto es que yo nunca pensé venir a España, fue casi como una broma, pero se ve que este era mi destino”, añade. Tiene, en la actualidad, 44 años. Con 30 dio a luz a Jaula y, desde entonces, ha luchado con uñas y dientes, sin descanso, para que nunca le faltara de nada e, incluso, responder a sus peticiones: “Le gustaba mucho la música, quiso aprender a tocar la guitarra y yo le compré una y la apunté a una academia”. Hakyma Zeroil repite hasta la saciedad: “Tengo mucho dolor, no quiero que nadie pase por aquí, este es el golpe más grande”.

    <i>Khawla con su hermano menor, al que estaba muy unida. / Facilitada por la familia.</i>
    Khawla con su hermano menor, al que estaba muy unida. / Facilitada por la familia.

    Asegura que ya no le quedan lágrimas y, sacando fuerzas de donde no hay, recuerda lo que sucedió aquel 15 de febrero: “Tengo el último audio guardado. Era martes y ese día no fui a trabajar porque me cambiaron el turno. Me pidió un pantalón como el de la una niña de su clase y le dije que le preguntara en qué tienda se lo había comprado, porque en el mercadillo no lo encontré. Cuando llegué a casa estaba sentada en el mismo sitio en el que usted está y me dijo: ‘Mamá, me voy a ayudar a una amiga’. No quiero decir el nombre para no causar problemas. Le pregunté que a qué hora iba a volver y quedamos en que a las ocho y media. De verdad, de verdad, que sepa todo el mundo que fue el primer día que fue a esa casa y ya no volvió. Lo estaban planeando para quitarme a mi niña. Hay un vídeo que ha visto todo el mundo en el que se ve claramente cómo lo estaba planeando todo, probando. Aquí hay un grupo de criminales”.

    Asegura que Jaula no salía nunca, ni siquiera cuando la invitaban a cumpleaños: “El 8 de enero la dejé por primera vez que fuese a uno, pero a las ocho y media tenía que estar aquí, y vino con la amiga con la que se fue a su casa días después y le dije que no me gustaba la manera de vestir que traía. Con la mirada sabía lo que le decía. Le dije ‘Vaya, vaya amiga que tienes’”. Era, al parecer, la misma niña a la que ayudó a estudiar aquella tarde del 15 de febrero. Sigue su relato: “A las ocho y media, yo estaba rezando en mi casa, y cuando entré en el salón y no la vi, le pregunté a mi niño ‘¿Dónde está tu hermana?’. Entonces pensé que estaría abajo, porque mi hija no tarda ni un segundo. Me pasó algo en el corazón, de verdad pensé que algo no iba bien. Me fui a la calle sin zapatos llorando y chillando. A las nueve y dieciséis minutos, mi niño me dijo que la chica a la que fue a ayudar llamó para ver si había llegado a casa. Me puse las zapatillas, fui a buscar a una gente de mi tierra que tengo como vecinos y llamé a la Guardia Civil. El asesino ya había llamado, antes que yo. El sinvergüenza dijo que estaba muy orgulloso de haber matado a una niña de 14 años. ¿Qué problema tenía con nosotros? ¿Por qué?”.

    “Han matado a una hija y a una madre, porque ella cuidaba de mi niño, siempre iban juntos, nunca se separaban”

    Hakyma Zeroil lanza otra pregunta: “¿Por qué ahora todos esos amigos van con ropa normal? Antes uñas largas, pelo largo y vestidos de negro. Ahora los ve la gente que se han cortado el pelo y visten normal”. Se refiere a las amistades de Nazzaryn N. N., el autor confeso del crimen de la Fortaleza de la Mota, un joven al que vio en alguna ocasión con el “coche rojo de su madre”, el mismo que estaba cerca de la iglesia de Santo Domingo de Silos aquella noche. “No se conocían, ella no tenía ni una foto en el móvil. Él lo planeó para quitarla de en medio, porque mi niña es muy inteligente y la envidia llega a la muerte, todo el mundo sabe esto”, subraya.

    Rápidamente llegó la Guardia Civil para pedirle el DNI de la hija. “Yo estaba chillando en la carretera, tocando a todas las puertas para que me ayudaran a buscar a mi niña, mi corazón sabía que algo estaba pasando”, recuerda. Aprovecha para dar las gracias a Alcalá la Real y a la Justicia: “Tengo toda la confianza puesta en ella, porque esto no tiene nombre y tenemos que hacer lo posible para que no salga de la cárcel, porque lo va a repetir, es un psicópata, la primera vez que escucho esta palabra en diecisiete años”. Se refiere a los audios que Nazzaryn N. N. envió a un amigo y que ella misma desveló durante esta entrevista. Agrega: “Cada uno tiene un sueño, tener un mejor coche, una mejor casa o una mejor educación para tus niños, el sueño que tengo ahora es que se haga Justicia”. No se harta de decir que Jaula “cayó dentro de una trampa”. E insiste: “Yo mandé a mi niña a la casa de una familia, no a la calle de noche. ¿Qué hacía él dentro de esa casa, por qué estaba allí? Yo no he hablado con esa familia, por nada del mundo. Nadie ha pedido perdón ni ha venido a mi casa, tampoco quiero que vengan y me lo pidan, porque el perdón no me va a devolver a mi hija”. Cuesta entenderla, a veces, por la diferencia de idioma: “Ya pasó algo en 2014, en 2022 con mi hija y, cuando salga de la cárcel dentro de veinte o treinta años, lo hará de nuevo”. Fija su mirada en el informe de la Policía Judicial de la Guardia Civil que hojea cada día: “De mi hija abusó también, además de matarla, lo que pasa es que la gente no sabe si fue antes o después de la muerte. Un día lo explicaré todo y será una bomba para todo el mundo”. Con una cara de amargura que duele, dice: “A mí no me hacen faltan ni psicólogos, ni medicinas, porque lo que tengo, el dolor, no va a quitarlo nadie. Cuando murió mi hija, a los veintiocho días me fui a trabajar, porque nadie me va a regalar el trozo de pan, esto es duro. A mí no me gusta pedir, trabajo sí, pero otra cosa no. Yo siempre viví de esfuerzo”.

    <i>Concentración de repulsa y en apoyo a la familia tras el crimen en Alcalá la Real. </i>
    Concentración de repulsa y en apoyo a la familia tras el crimen en Alcalá la Real.

    A la pregunta: ¿Usted qué pide?, ella responde: “Yo lo que pido es Justicia porque le han quitado la vida a mi hija. Yo estoy convencida de que él solo no pudo hacerlo. Para hacer una casa hay que hacer un plan, casi que para hacer la comida también... Para matar a una criatura, hace falta un plan. ¿Quién entregó a mi hija al asesino? A ella no se la llevaron de la calle, se la llevaron de una casa, que es adonde fue a estudiar, por lo que ahí es donde está el problema, de verdad, de verdad”. La madre de Jaula, entre el silencio de un piso de alquiler municipal con enormes carencias, asegura: “A mí no me han quedado lágrimas dentro. Mis sueños se terminaron. Nadie sabe lo que yo he llorado por esta niña, cómo he sufrido yo sola”. Agradece que el autor confeso se entregara: “Menos mal que llamó, porque si no podría haber pasado como el caso de Marta del Castillo. Pude enterrarla gracias a Dios”. Fue el Consulado de Marruecos el que corrió con todos los gastos del entierro de la adolescente: “Esto es muy importante que lo sepa todo el mundo, porque cuando toqué la puerta se encargaron de todo en veinticuatro horas. Cuando alguien quiere ayudar, ayuda, no me gusta la gente que promete cosas y luego no las cumple. El viaje mío se juntaron la gente de mi tierra en Jaén, en Martos y en Alcalá la Real para pagarlo, también el de mi hijo. Vinieron mi hermano y mi sobrino”. Zeroil contrató un abogado de Valencia para preparar el juicio.

    “Ojalá me hubiera matado a mí, no a ella, que ella tiene futuro, yo no”

    No se cansa de hacerse las mismas preguntas y, con dureza, indica: “Ojalá que hubiera abusado de mi hija y no la hubiese matado, ojalá. Siempre me pregunto por qué fue en la iglesia. Él quería regalar mi hija al demonio, ha dicho que no puede vivir en esta vida, que compre cuatro metros de cuerda y se cuelgue él, pero no mate a mi hija. Ahora está viviendo en la cárcel. ¿Por qué dice lo de Japón? Elige a mi niña porque tiene los ojos achinados y le quita la fuerza. Ojalá me hubiera matado a mí, no a ella, que ella tiene futuro, yo no. Mi hija cayó en una trampa y voy a chillar hoy y mañana hasta demostrarlo”. Así de crudo, así de difícil.

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