In memoriam: Rafael Gutiérrez Amaro, profesor y amigo en muchos casos

“Comentaba que tenía más dos mil cartas escritas y muchas de ellas publicadas en nuestro Diario JAÉN”

18 dic 2023 / 18:46 H.
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OBITUARIO

Rafael nació en Andújar el año 1953 y falleció el pasado 4 de diciembre, con 70 años, tras varios años de trastornos digestivos y un tumor que le llevó al desenlace final. Fue un buen estudiante. Al terminar el bachillerato se matriculó en la Escuela de Peritos de Jaén y, al finalizar la carrera, inició las gestiones profesionales con la industria energética de Puertollano. Allí mismo se inclinó por la docencia y empezó a dar clases de matemáticas a los alumnos de Formación Profesional. Ya en ese ámbito, se trasladó a Linares, donde desarrolló una amplia labor formativa en el Instituto Reyes de España, no sólo en la ciencia matemática, sino también en los muchos aspectos que reclama una buena calidad humana, porque Rafael fue profesor, pero también tutor y amigo en muchos casos. Pasados los años le alegraba encontrarse con los antiguos alumnos, y me contaba que había un mutuo reconocimiento.

Aunque pasó toda su vida en Linares, recordaba con nostalgia su infancia en Andújar, y describía poéticamente, el pasar del tráfico por la carretera nacional, por delante de su casa y del negocio de su padre. Ese enclave le ayudó a relacionarse con mucha gente y a forjar un carácter abierto y acogedor. Su afición por la literatura le llevó a escribir mucho y, pasados los años, se convirtió en un colaborador habitual de la sección de “Cartas al Director” de Diario JAÉN. Comentaba que tenía más dos mil cartas escritas y muchas de ellas publicadas en nuestro diario.

Heredó de sus padres una honda devoción a la Virgen de la Cabeza y la fue agrandando a lo largo de su vida y difundiéndola en todos los ambientes.

Construyó con su esposa Julia una estupenda familia. Sus tres hijos, Rafael, Antonio María y Julia, eran su orgullo y son unos profesionales distinguidos (arquitecto, economista y farmacéutica), fruto de su propio trabajo y del buen hacer de los padres. Al darles el pésame, me contaba uno de ellos, el arquitecto, que, junto con su esposa, también arquitecta, acababan de regresar de Finlandia, donde había encontrado trabajo a la altura de su formación y ahora de nuevo lo ejercerían en España.

Hablé con él cuando le diagnosticaron la enfermedad última y me pidió que rezara para que la supiera llevar como deseaba, con fortaleza y sentido cristiano. Así lo hizo y lo pude comprobar en varias ocasiones, porque seguía su vida ordinaria como si la enfermedad no estuviera, aunque estaba, y quedaba manifiesta en sus limitaciones crecientes. En septiembre acudió a El Rubín, en Baeza, para asistir a un medio de formación que el Opus Dei ofrecía en esas fechas para los supernumerarios de la institución. Allí, con el “taca-taca” y la ayuda de su hermano Antonio, fue un ejemplo para todos los participantes. Hace unos días nació un nuevo nieto de Rafael y Julia. Rafael ya no pudo tener en esta tierra la alegría de recibirlo, pero lo disfrutará desde el cielo, bien merecido. Descanse en paz.

Por Juan Ángel Brage

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