Huesos que contarán cómo era el olivar de los romanos
Investigadores de Santa Potenciana identifican cinco variedades




No es nuevo contar la importancia del aceite de oliva para los romanos, pero la arqueología tiene todavía mucho que decir sobre cómo era su cultivo, especialmente en zonas en las que el olivar forma parte de su ADN como es Jaén. Y, precisamente, responder muchos interrogantes en torno a sus plantaciones es uno de los desvelos de los investigadores del yacimiento Ermita Santa Potenciana, en Villanueva de la Reina.
Unos grandes aliados para su misión serán los cientos de huesos de aceituna que han hallado en las últimas cuatro campañas, desde 2015, año desde el que trabajan allí con el respaldo del Ayuntamiento villanovero. Así lo detalla el arqueólogo Juan Nicás: “Estamos en pleno proceso de identificación de las variedades pero, como mínimo, tenemos cinco, tanto de aceituna de mesa como de aceite”. El proceso es largo porque, además de tener “cientos de muestras”, hay que comprobarlas entre más de ochocientas posibilidades. Entre otros muchos detalles, como apunta, podrán saber si el tipo de variedades coinciden con las actuales, como pueden ser la picual o la arbequina; si proceden de la península u otras zonas, como Italia o el norte de África, o bien las condiciones climáticas con las que contaban. “No todas las variedades se aclimatan. Podemos comprobar si quizá en ese momento las lluvias eran más copiosas”, ejemplifica.
“Los huesos aparecen en muchos contextos, tanto en basureros, dentro de recipientes y también, sobre todo, en niveles del siglo I antes de Cristo y del siglo V”, detalla. Y esto último será muy útil, igualmente, para comparar y ver la pervivencia de unas variedades y otras dentro del tiempo. “Por ejemplo, en la actualidad, en nuestra provincia, se imponen las nuevas plantaciones de arbequina”, apunta.
Las ventas mandan y quizá también lo hacían ya hace más de 2.000 años en la sociedad romana. “Nos puede hablar de cómo van cambiando las variedades en función del mercado”, apunta. Y recuerda un dato de lo más curioso: “Los agrónomos romanos hablaban de que coger la aceituna verde proporcionaba características especiales al aceite, que rendía menos pero repercutía en su valor”. “Estamos comprobando que aquí en la provincia de Jaén hay un tráfico y un negocio de aceite importante”, añade. En este sentido, asegura que, por el momento, no existe demasiada documentación de investigaciones tan específicas en el cultivo del olivar y sus variedades en la época romana. “La planta es un elemento caracterizador del clima, un bioindicador, lo que nos ayuda a completar y comprender mejor el territorio de hace dos mil años”, apunta.
En estos momentos, trabajan para preparar resultados que presentarán en un congreso internacional que se celebra el próximo año en el sur de Italia, como ya hicieran la temporada anterior en París. Especialmente importante, como detalla, es planificar las próximas campañas en este yacimiento a orillas del Guadalquivir, en una terraza donde se ubicaba una “mansio” romana. De hecho, cuando comenzaron en 2015 más que un proyecto de investigación en sí fue uno de consolidación para evitar perder los restos por la erosión y sigue siendo importante. Desde entonces, se han sumado investigadores esenciales en los nuevos pasos, como la argentina Laura López, y trabajan en diferentes materiales hallados, desde semillas a metales y vidrio.