Fuente Carrasca pone a salvo su legado histórico
Convierten una escuela en ruinas en un Centro de Interpretación



En 1833, después de cerca de cien años abasteciendo de madera de sus poblados bosques a la Marina española para aumentar su flota naval, la Sierra de Segura, con las desamortizaciones de Mendizábal, dejó de ser Provincia Marítima. Años después, en 1850, Antonio Juárez y Escolástica López —marido y mujer—, acompañados del primo de ella, Andrés Castillo, construyeron una choza en una de aquellas zonas aún vírgenes. Procedían del cortijo Prado de Juan Ruiz, perteneciente a Segura de la Sierra. Después de ellos, llegaron Juan Díaz y Pascual Ramón, de Fuente Carrasca (Molinicos, Albacete), y José Peralta, de La Graya (Yeste, Albacete). Juntos comenzaron a despejar de árboles el bosque y a erigir las que serían sus nuevas casas. Aquel fue el origen de la actual Fuente Carrasca, aldea de Torres de Albanchez que recibió el nombre del terruño de dos de sus fundadores. Hoy, cerca de dos siglos más tarde, aún se aferra a la vida, a pesar de que los tiempos que corren no son los mejores para asegurar su supervivencia.
Como fieles aliados cuenta con algunos hijos de la Sierra de Segura que, aunque hace tiempo que emigraron en busca de un futuro más próspero, no han olvidado dónde están sus raíces. De hecho, aún conservan sus casas en Fuente Carrasca y las visitan periódicamente. Estos, junto a las tres familias que pasan todo el año en la aldea, forman parte de la asociación vecinal que impulsó el pasado verano un ambicioso proyecto: el rescate y la rehabilitación de la escuela abandonada de la aldea para convertirla en un Centro de Interpretación dedicado a la historia de Fuente Carrasca.
“Uno de los principales fines de la asociación es velar por el interés orográfico y cultural de la aldea”, explica Juan Peralta, tataranieto de los colonos de Fuente Carrasca y presidente del colectivo. Maestro jubilado, actualmente reside en Albacete, aunque nació en la aldea torreña, y ha estudiado con tesón la historia de la misma durante una década. Ni licitaciones, ni subvenciones, ni plazos de ejecución. Fueron los propios vecinos los que pusieron dinero de su bolsillo y los que se enfundaron el mono de trabajo para, despacito y con buena letra, lograr que el sueño se hiciera realidad. No ha sido fácil, desde luego, dado que el edificio, levantado en 1965, estaba derrumbado. Eso sí, la restauración del tejado la ejecutaron albañiles profesionales, que siguieron el proyecto redactado por el arquitecto municipal de Torres de Albanchez para que se respetara la estructura original. Con ese gasto también corrieron los vecinos, que han invertido en total unos 7.500 euros. Su labor, además, incluyó el traslado de un olivo al interior del inmueble “porque no podía faltar un espacio dedicado a este símbolo milenario”, indica Peralta, que señala que sólo faltan detalles para que el centro se inaugure, al fin, el próximo agosto.