El pertinaz abandono de las instalaciones ferroviarias de Espeluy

El núcleo espesuleño denuncia el deplorable estado de las propiedades de ADIF y reclama a la entidad pública que las rehabilite y les dé una utilidad

07 oct 2024 / 01:00 H.
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Un reloj cuelga de una pared quebrado por un lado y resquebrajado por el otro: imposible que dé la hora. Y la pantalla de avisos de la llegada de los trenes está con un fundido a negro, fruto de un reseteo que no ha llegado a cumplir la función de reiniciarse. Sería una bonita metáfora de los relojes de Salvador Dalí, en referencia a la memoria, si no se tratase de la realidad que vive la estación ferroviaria de Espeluy. En las instalaciones ferroviales es como si el tiempo se hubiera detenido desde principios del siglo XX, cuando el núcleo tenía una población que superaba los mil habitantes y había suficientes resortes destinados a la conservación de la estación.

ADIF (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias) ha engullido gran parte del pueblo y no es nada reprochable dado que el núcleo se llama la Estación de Espeluy. Siempre ha estado ligado al sector ferrovial y la ciudadanía ha comido gracias al tránsito de los ferrocarriles. Lo que sí es denunciable es el exiguo mantenimiento —al límite de ninguno— que la entidad pública, dependiente del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, aplica en sus propiedades desde hace décadas. Edificios abandonados con firmes tapias, solares llenos de maleza y carreteras con socavones que dirigen a la estación son ostensibles síntomas de un abandono que roza el estado ruinoso.

Nada más entrar en el pueblo, accediendo por el puente en el que en antaño pasaba por debajo la vía ferroviaria de los Andaluces, la broza impera en las parcelas que son propiedad de ADIF. No es el único emplazamiento que necesita medidas de acondicionamiento, también hay otros en el interior del núcleo, como las parcelas que lindan con Antrasa, empresa que fabrica las traviesas de hormigón para el AVE y que es el motor económico de la Estación de Espeluy. El abandono ferroviario del pueblo contrasta con la innovación que aplica esta empresa en la fabricación de su producto. Una paradoja que ha permanecido desde la llegada de la compañía en 2004. “El 90% de los vecinos ha limpiado sus solares y ADIF hace caso omiso a las reiteradas peticiones de limpiar los que tiene en propiedad”, lamenta el alcalde de Espeluy, Sebastián Lijarcio, en conversación con Diario JAÉN.

En el otro flanco, limitando con esta problemática, se encuentra ubicada la antigua fonda, abandonada desde que dejó de servir comidas a pasajeros, hace unos 30 años. En una de las ventanas tapiadas una pintada confiesa el siguiente mensaje: “El tren, en el silencio de medianoche, desgarra traviesas y railes a tu paso”. Un retazo poético que podría extrapolarse al deplorable estado de la fonda. El silencio de ADIF ha persistido durante estas tres décadas y, como consecuencia, el techo del soportal se cae a pedazos, montones de maleza dan la bienvenida y la fachada en sí revela la apatía de la entidad pública por su recuperación. Es el edificio más emblemático del conjunto de edificaciones ferroviarias de la Estación de Espeluy. Desde la Administración espesuleña, han instado a ADIF a que mueva ficha para su puesta en valor. “Podría convertirse en un centro de interpretación ferroviario o en un museo. No puede ser que uno de nuestros edificios más importantes siga en este estado. El Ayuntamiento está dispuesto a darle utilidad. Pero claro, la fonda necesita una reforma integral y eso es competencia de ADIF”, enfatiza Lijarcio.

Al lado, a escasos metros de la fonda, está el edificio de la estación. El aspecto de la fachada no es ni mucho menos el de una terminal con actividad ferroviaria. Sigue los pasos del preocupante estado de la fonda y estaría en completo abandono si no fuera porque en su interior hay una máquina de Renfe para comprar billetes, que sustituye a la persona que los vendía en ventanilla. En el vestíbulo aparece una mujer. Se llama Cristobalina Lorente y es la responsable de que la dependencia en la que aguardan los pasajeros luzca un aspecto presentable. La limpiadora afirma que muchos viajeros le muestran sus quejas por el mal estado de la estación, pero nadie las traslada por escrito en el buzón de sugerencias. “Los pasajeros, cuando llegan por primera vez, se preguntan si la estación está en funcionamiento. Esto se debe a la mala imagen que transmiten las instalaciones”, manifiesta la limpiadora, que, en cuanto al mantenimiento, agrega: “Si se rompe algo en el baño, compro la pieza de mi dinero y la pongo. No me interesa encontrarme el baño sucio por algo que se ha roto”. Lijarcio, inmediatamente, formula una pregunta retórica: “¿Qué imagen estamos dando a los viajeros”. En un habitáculo contiguo está la antigua cantina, en desuso desde hace seis años. Ahí no entra la limpiadora. ADIF la tiene en alquiler, pero, al igual que el resto de instalaciones, necesita imperiosamente una inversión. No sería nada apetecible desayunar o tomar un simple café en esta inhóspita cafetería. “Un mantenimiento mínimo. Pedimos un mantenimiento para dar un lavado de cara a la estación”, reitera Lijarcio.

La calle Pabellón C fue una vía en la que antiguamente residían los trabajadores del sector ferroviario junto con sus familias. Hay unas diez viviendas, pero la mayoría están en desuso, tapiadas por ADIF, como tantas otras edificaciones. Es otra de las reivindicaciones del alcalde espeluseño, que subraya que podrían utilizarse para fijar población en el núcleo. El problema, según traslada el regidor municipal, es que, aunque las casas tienen un alquiler accesible que ronda los 150 euros, necesitan también una reforma integral. “Nadie quiere pagar porque están en ruinas. Además, ha habido algunos casos en los que se han remodelado por parte de los vecinos y ADIF ha tasado las viviendas con la reforma ya ejecutada. Es incomprensible. Si se renovaran y fueran habitables, muchos vecinos las alquilarían”, explica el alcalde, que incide en que el problema de despoblación cada vez es mayor en el pueblo. “Muchos jóvenes se van a vivir a Mengíbar cuando aquí hay viviendas de sobra. Son de ADIF y las mantiene deshabitadas. Tenemos un problema que cada vez va a más y hay recursos para paliarlo”, añade. Uno de los pocos movimientos que la entidad pública ha hecho en los últimos años tiene que ver con un inmueble ubicado en esta calle. Se trata de “los cuartillos”. Una especie de barracón que servía en el pasado para dar hospedaje a los trabajadores que estaban de paso. Está deshabitado y, por tanto, abandonado. ADIF aprobó su demolición, pero todavía no se ha llevado a cabo. “Estamos a la espera de que lo derriben. Hay riesgo de que cualquier niño pueda entrar y lastimarse”, expone Lijarcio. En la calle Pabellón D está situada la antigua escuela, otra edificación en la que cualquier tiempo pasado fue mejor. Paredes desconchadas y agrietadas, ventanales de madera corrompida y un interior impracticable es el aspecto que luce en la actualidad. Guarda bastantes similitudes con la fachada del edificio de la estación de Madrid, en Linares, salvo su estado.

A un kilómetro de la estación ferroviaria se encuentra el barrio de las 51 viviendas. Son pequeñas casas blancas que se construyeron, otrora, con la finalidad de dar un techo al personal de ADIF. Los vecinos espeluseños habitan en la actualidad la gran mayoría de estas viviendas que limitan con la vía del tren. La reivindicación del Ayuntamiento es que se arregle el vallado que protege de la vía. La valla, una malla de alambre, está vencida, lo que no genera ninguna seguridad justo al lado de los raíles. Y en el otro costado, para más inri, la valla es inexistente.

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