El paso de los siglos no altera el peso de la fe en los patronos de Higuera de Calatrava
La devoción se traslada a las calles del pueblo para venerar a San Roque y San Sebastián

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Se podría decir que en Higuera de Calatrava saben medir el peso de la fe. Y es que una de las particularidades de esta población de La Campiña, es que unas horas después de la festividad de la Asunción de la Virgen, los higuereños procesionan a sus patrones: San Roque y San Sebastián. Cuenta la leyenda que ambos santos protegieron al municipio de una epidemia de peste bubónica, y desde entonces, como agradecimiento, la veneración hacia las divinas figuras es inquebrantable. Tanto es así que tras los oficios de la eucaristía, como es tradición entre los vecinos, se portó a ambos patrones hasta los portones del templo, para que presenciaran el tradicional pesaje. El proceso es sencillo: dos personas se colocan portando una barra y una romana, y una tercera se encarga de cantar el peso en arrobas. Según ese peso, la persona, personas o familias, pagan un tributo a la Iglesia como muestra de respeto y devoción, como ya lo hacían sus antepasados en el siglo XVII. En sus orígenes, el pago se hacía en grano de trigo, para que los santos erradicaran las enfermedades del lugar. Acabada la ceremonia de “Los Pesos”, los higuereños cargaron a hombros a San Roque y San Sebastián para procesionarlos por las calles del municipio.
Comenzó el recorrido entre vítores y vivas, paseando las tallas por la calle Huertas. Pese a la hora tardía, el asfixiante calor no dio tregua en la liturgia festiva, provocando que los abanicos aceleraran revoluciones para mitigar las altas temperaturas. Agua para los anderos, pañuelos para los devotos y sonrisas que iluminaban las caras cada vez que sus protectores cruzaban las miradas con la de los higuereños. Se llegó a la Avenida de la Constitución, uno de los ejes que vertebra esta población que no alcanza los 600 habitantes, pero que resiste al éxodo rural a base de trabajo en los campos de olivos, salpicados de cereal. Llegó de nuevo la Plaza de España, antecediendo la Iglesia de la Inmaculada Concepción, donde los sones del himno nacional anunciaron las ruedas de fuegos artificiales que pusieron fin al transitar de San Roque y San Sebastián. Lágrimas de emoción en su encierro, pues tendrá que llegar el crudo invierno para poder volver a ver el rostro de San Sebastián por las calles del municipio.
“Se celebra la fiesta del pueblo en honor a nuestros patrones, San Roque y San Sebastián. Siempre se esperan con mucha alegría”, afirmó Juan Luis Párragas. Josefa Ruiz viene todos los años y es una fecha para reencontrarse con viejos amigos. “Los patrones representan mucho para nosotros. Les tenemos mucha fe. Ahora es el pesaje que es un recuerdo muy bonito para los que participan”, mencionó Araceli Baena. Fina Vico pidió salud a los patrones: “Si los de aquí están bien, los que vivimos fuera estamos contentos”. “Es un día grande para nosotros y para el pueblo. El pesaje es una costumbre muy antigua que le sirve a la cofradía como recaudación”, atestiguó Alonso Castillo.