¡El fiestón de La Matea! ¿Quién dijo que no hay jóvenes en la España vaciada?

Todos bailan y cantan al son de Los Pizarrines desde la caída de la tarde

30 jun 2022 / 20:38 H.
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No es nada épico, pero tiene la grandeza de su sencillez. Si el viajero se acerca por primera vez a La Matea, en el confín de la Sierra de Segura, y escucha los sones de Bella ciao no son partisanos italianos los músicos que tocan ni celebran el fin de una guerra ganada a pulso, pero el griterío de voces jóvenes sí es un himno a la resistencia, una reivindicación de pertenencia y arraigo, una proclama festiva para decir aquí estamos, somos el futuro gracias al pasado que ha mantenido la tradición y nos ha enseñado que el camino se hace con esfuerzo y sacrificios. Y que también hay un tiempo para la fiesta.

Esa canción, Bella ciao, se escuchaba aquí y allí cuando finalizaba la Segunda Guerra Mundial, como un himno —rojo y negro— a la resistencia contra la opresión. Pero resulta que los sones que escucha ese viajero imaginario son de la banda Los Pizarrines, que conduce el gran Manolín, serranos de Génave, que rompen con piezas como esta, pasodobles, popurrís y otros ritmos, la fiesta de La Matea. Después de los encierros de primera y última hora de la tarde toma las calles la juventud para bailar, cantar y beber entre las barreras y los burladeros. En uno de ellos se acomodan Los Pizarrines durante la lidia de las vaquillas bravas, dando pausa al festejo y avisando con toques de trompeta de sus suertes. Luego se trasladan a otro cercano a la iglesia de Santa Teresita, desde donde escucha La Milagrosa, patrona de la aldea, que descansa después de dos procesiones, miércoles y jueves, en las que alternativamente va de la aldea a sus vecinas Las Nogueras el primer día, y a Los Teatinos y Los Atascaderos el segundo. Y allí se desata la música y el baile con un gentío, para lo que es el lugar, deseoso de divertirse. Mañana será otro día. Puede que difícil y complicado, pero sin duda hermoso por los parajes que rodean estas pequeñas poblaciones; su patrimonio intransferible, el que nadie les puede quitar.

Puede que cuando termine la fiesta, el viajero imaginario se aleje del lugar canturreando, con los sones de la Bella ciao de Los Pizarrines atrapados en su cabeza: Oh guerrillero, quiero ir contigo / ¡Oh Bella ciao! Bella ciao! !Bella ciaio, ciao, ciao! Al fin y al cabo la canción se titula “Hola hermoso”, como el lugar.

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