El esplendor de un gigante dormido en Porcuna

Las obras de recuperación del anfiteatro romano del municipio jiennense ultiman sus últimos retoques

28 mar 2025 / 07:00 H.
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Julio César vio en la antigua ciudad romana de Obulco (Porcuna) un enclave determinante en la guerra que libró contra Pompeyo. Fue el lugar elegido por el general para preparar la batalla de Munda, de la que salió victorioso y engrandeció, aún más, un territorio trascendental en la época. Siglos después, Porcuna revela un testimonio monumental de su pasado: un anfiteatro del siglo I a.C. que, tras permanecer enterrado bajo sus calles, será visitable en tan solo unos meses.

Al recorrer sus gradas, bajo el sol candente de media mañana, es inevitable no caer en la imaginación del bullicio de las miles de voces que una vez llenaron este lugar. Sus piezas son el testigo silencioso de la grandeza que tuvo el anfiteatro porcunense. “Haciendo el cálculo de lo que hay desplomado, se podría decir que el edificio tendría una media de entre 20 y 25 metros. El punto máximo conservado hasta ahora es de 8 metros y medio, que es ya un punto de conservación excepcional”, asegura “in situ” el arqueólogo Pablo Casado, director del Museo Arqueológico Municipal de Obvlco. En 2002 se identificó que un edificio de tal magnitud descansaba bajo la barriada del Hoyo Mendo. Sin embargo, no fue hasta 2014, durante unas labores de ajardinamiento en la zona, cuando los primeros contrafuertes emergieron a la vista.

El anfiteatro de Porcuna es uno de los más antiguos de la Península, con una capacidad estimada de entre 15 y 17 mil espectadores, una cifra similar a la de colosales anfiteatros como el de Mérida o el de Tarragona. Tras una serie de campañas, en 2022 se comenzó la primera gran intervención, que ha sido financiada con fondos de la Iniciativa Territorial Integrada (ITI) de Jaén, gestionados por la Junta de Andalucía.

Cerca de doscientas personas estuvieron involucradas en las obras de recuperación de esta primera fase que finalizará la semana que viene, en la que tan solo se ha descubierto una pequeña parte del colosal monumento. “Entre un 60 y un 70% del anfiteatro está debajo de la urbanización, ahora mismo solo pudimos sacar la parte que corresponde a esta parcela pública”, subraya Fernando Salas, miembro del Grupo de Arqueólogos e Investigadores de la Historia de Porcuna (Arqvipo) y el arqueólogo director de dicho proyecto.

La intervención ha logrado abrir una “ventana” a la historia de la antigua ciudad de Obulco. Respetando su estructura original y la particular piedra porcunense, se ha rescatado parte de la fachada sur del anfiteatro, gradas parcialmente conservadas e incluso estructuras que sirvieron como cárceles de los gladiadores.

La excepcionalidad de la construcción reside en su magnitud. Aunque hoy tan solo se pueda ver una pequeña parte del monumento, esta denota las dimensiones que puede llegar a tener y que hoy día serían imposibles, como subraya Pablo Millán, el arquitecto encargado de este proyecto: “Estamos ante un sistema de bloques megalíticos, bloques que pueden pesar miles de kilogramos, que es lo que nos tiene verdaderamente asombrados y que es un testimonio de la ingeniería romana llevada al extremo”.

La inauguración, prevista para esta primavera, permitirá al visitante sumergirse en un fragmento del pasado de Obulco. Durante siglos, su anfiteatro era tan solo una sombra bajo el suelo de una ciudad. Bajo el polvo de los siglos, hoy día Porcuna sigue reivindicando su importancia en la historia de la Hispania romana. En definitiva, es un reflejo claro de que el pasado sigue latiendo bajo nuestros pies, esperando el momento para ser redescubierto.

Miguel Moreno, alcalde de Porcuna: “Es una obra compleja, pero el esfuerzo mereció la pena”

El anfiteatro de Porcuna es una pieza clave que enriquece el ya vasto patrimonio del municipio, con otros vestigios de la época ibero-romana, como la cisterna de La Calderona. Así lo destaca el alcalde de Porcuna, Miguel Moreno, quien subraya la importancia de este hallazgo como un nuevo atractivo turístico y cultural.

Desde que arrancaron las primeras excavaciones en el año 2014, se trabajó progresivamente para recuperar parte de su estructura. Sin embargo, no fue un proceso sencillo. “Es una obra compleja por su gran superficie y porque, hasta que se excava, no se sabe con certeza qué se va a encontrar. Además, tuvimos derrumbes y causaron molestias a los vecinos, pero el esfuerzo mereció la pena”, constata el alcalde.

El objetivo es dotar al anfiteatro de un uso cultural. “Aunque no se conservaron todas sus alturas, su imponente estructura es espectacular. Además, la piedra utilizada en la construcción original es de gran calidad, lo que permitió una buena conservación de los restos”, contempla Moreno. Con la primera fase a punto de concluir, el Ayuntamiento ya trabaja en conseguir más financiación para continuar con nuevas fases en un futuro próximo.

Fernando Salas: arqueólogo director del proyecto: “Es un edificio que celebra la grandeza del imperio”

La antigüedad y la dimensión estimada del anfiteatro romano de Porcuna lo convierten en un hallazgo excepcional. “Hay un tramo de fachada excavado de alrededor de 80 metros. Pero hay que tener en cuenta que la fachada tendría una perímetro de más de 400 metros, hablamos de solo un cuarto recuperado”, atestigua Fernando Salas, arqueólogo director del proyecto.

Su construcción respondía a la necesidad de dotar a Obulco de grandes edificios públicos, consolidando su posición como una de las ciudades más influyentes de la región antes del nombramiento de Córdoba como capital de la Bética. “Un anfiteatro es el cierre del programa de monumentalización de la ciudad romana. Es un edificio enfocado en celebrar la grandeza del imperio”, apostilla el arqueólogo.

Su situación bajo viviendas hizo de la intervención “un proyecto de convivencia” entre la recuperación del anfiteatro y la urbanización. Para ello, cualquier intervención debe integrarse con la vida del municipio. “En un pueblo pequeño, la arqueología no puede ir en contra de la comunidad, sino sumar esfuerzos”, comparte Salas, todo con el objetivo de que el patrimonio se convierta en un elemento de orgullo para Porcuna.

Pablo Casado, director del Museo Arqueológico Municipal de Obvlco: “Uno de los fines era poder sentarse en las gradas”

Uno de los principios claves en la recuperación del anfiteatro de Porcuna es que no solo sea visitable, sino una experiencia. “Queríamos que la gente, haciéndose un selfie con la fachada, pudiera ver la magnitud del edificio. El otro fin es que se pudiera entrar dentro y sentarse en las gradas. Si no puedes hacer esto último, al final, no deja de ser una ruina”, explica Pablo Casado, director del Museo Arqueológico Municipal de Obvlco, sobre dos objetivos que se cumplieron con creces.

Más allá de su recuperación, este coloso romano impresiona por sus técnicas constructivas. Se emplearon dos métodos para darle monumentalidad: el ciclopeísmo, con enormes bloques en las zonas externas, y el almohadillado, que aporta rusticidad y profundidad al juego de luces y sombras de la fachada. Las excavaciones permitieron, además, constatar la resistencia del conjunto. “Hemos realizado más de 250 excavaciones y, en ningún otro lugar, los sillares demostraron una presión como esta por su altura”, destaca Casado. Con esta obra, Porcuna no solo rescata parte de su pasado, sino que lo devuelve a la vida, permitiendo que los visitantes lo recorran, lo toquen y lo sientan como lo hicieron sus antiguos espectadores.

Pablo Millán, arquitecto encargado del proyecto: “Se termina una intervención deseando empezar con otra”

La recuperación de parte del anfiteatro romano de Porcuna fue un desafío condicionado por su ubicación. Al no poder excavar en su totalidad debido a la presencia de viviendas sobre el yacimiento, la intervención consistió en abrir una “ventana” a la estructura original, permitiendo su conservación sin alterar su esencia.

El criterio seguido ha sido el de mínima intervención, con medidas que garantizan su estabilidad sin modificar la construcción romana. Todo ello con el objetivo añadido de poder seguir haciendo futuras excavaciones. “Se termina una intervención deseando que haya más recursos para empezar de nuevo otra”, manifiesta Pablo Millán, el arquitecto encargado del proyecto.

El mayor reto ha sido su integración en la ciudad moderna. “Fue necesario reforzar la estabilidad de todo el entorno para evitar riesgos durante la excavación”, asegura Millán a Diario JAÉN. La indiscutible monumentalidad del espacio converge con el juego de relieves de la fachada y el tono dorado de la piedra, la popular calcarenita de Porcuna extraída de las inmediatas canteras. En palabras del arquitecto, “el anfiteatro es la consolidación de la riqueza patrimonial de Porcuna hecha piedra”.



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