“Con las minas prerromanas se comete un sacrilegio”

Alejandro Vico Alonso es un torbellino de actividad que trasciende la literatura y busca dinamizar La Carolina

27 nov 2022 / 17:54 H.
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Alejandro Vico Alonso es un carolinense de pro que reparte buena parte de su tiempo entre la literatura y los rescoldos de la minería. Ambas cosas se dan en la mano en Alejandro Vico Alonso.

—¿Cómo recuerda el acto de hace unas semanas en El Centenillo?

—El hecho de dedicarte a escribir supone que hagas algunos poemas, que los guionices y te encuentres una historia que resucitar como el accidente de la mina Araceli, hace un siglo. La celebración de El Centenillo me deja un poso muy relajado, muy cumplido con ese homenaje. Es un honor para mí estrenar una representación teatral en un lugar tan emblemático de la minería. Me siento muy satisfecho del trabajo de todos, el grupo Diógenes, las gestiones de Joaquín Blanco... En el estreno, me que- dé aplaudiendo y con dos lágrimas cayéndome de los ojos.

—¿Es viable recuperar la minería?

—Es muy complicado. La minería de plomo tiene difícil recuperación, por no decir que es imposible. Hay un problema, el mercado, decayó tras la aparición de las tuberías de cobre y luego de PVC y otros materiales sintéticos. La esencia del plomo desapareció así. Solo quedan algunos productos muy concretos. La extracción en profundidad es costosísima. Ya no es posible la explotación del trabajador, como pasó en la mina Araceli. Hoy solo el mantenimiento de seguridad laboral esos costes lo harían inviable, máxime cuando en el Magreb sale sin profundidad y con salarios mucho más bajos.

—¿Y explotar la barita?

—Eso es más fácil. Aquí no se ha extraído en pozos, sino en socavones. No están inundadas las galerías. Sería relativamente fácil, pero depende del criterio de Medio Ambiente, que suele poner pegas. Hay intentos muy serios, pero también son serios los inconvenientes que se ponen. Necesidad sí que hay. Será necesario hace perforaciones, pero creo que extraer barita será un imperativo. Hay iniciativas de amigos que me han consultado. Yo tuve minas arrendadas en Córdoba y mi propio socavón. Sé que existe intención, pero está habiendo enormes trabas burocráticas. La vida tiene que seguir avanzando y si los minerales están ahí y son necesarios hay que sacarlos. Muchas veces es menor el perjuicio que el beneficio de la extracción. Se crearía empleo considerable, pues, por mucho que se mecanice, se necesitarían carreteras de acceso, perforar y extraer.

—¿Qué vestigios mineros quedan?

—Ya no hablaría de los recientes de lo último que se cerró, como las minas Federico o La Española, hablaría como patrimonio histórico y turístico. En La Carolina tenemos varios proyectos que se han presentado, como el socavón de la Paloma, para perforar con el pozo del Sinapismo. Sería un enorme atractivo. Tenemos minas prerromanas, íberas, con las que se hace un auténtico sacrilegio. Si tuviera dinero para pleitos me habría llevado por delante al dueño del terreno. Es un crimen que a algo tan antiguo, mantenido en el tiempo, se le tape la boca, se permita que se inunde y no se cuide, con vertidos de basura y de todo, sin que haya nadie que diga que es patrimonio histórico y cultural. Estamos hablando de más de 2.000 años. Son preciosas las galerías. Con Las Torrecillas y San Telmo se podría hacer un circuito visitable. Sería motivo de estudio y actuaciones para hacer grandes cosas turísticas, como actuaciones de tarantas en las propias galerías, como las de la cueva de las Ventanas, se han puesto en valor. Es impresionante verse dentro. Tenemos esos vestigios y hace ya quince años que Acmica los quiso poner en valor. Del Ayuntamiento salió una noticia de que iban a declararse Bien de Interés Cultural, pero no temo que no hay un ánimo decidido.

—¿Qué proyectos tiene Acmica?

—Soy un socio más que aporta lo que puede. Cuando llega el cante de las minas lo presento. He escrito muchísimo a los mineros. Tengo una trilogía de poemas, con la impronta de la minería. En el caso de La Aquisgrana, se quieren hacer dos cosas fundamentales. Primero, mantener el aula. En la parte izquierda del aula, se pretende crear la iniciativa Fragua, una casa minera rural, impresionante. La segunda actuación, en el parque, consiste en unir el socavón de la Paloma con el pozo del Sinapismo. El caso es que el dinero está. Se implicaron la Diputación y la Caja Rural, pero hay que contar con el dueño del terreno del pozo, por donde saldría la gente. Habría que pedir permiso o comprar. Para eso está el diálogo. Si no es empezar la casa por el tejado.

—¿Cómo ve la situación actual del municipio de La Carolina?

—La veo como todo en general. Mal porque hemos pasado algo que es muy serio, una pandemia. Se termina y nos encontramos con un volcán. Nos encontramos con una guerra en las puertas de Europa. Es jodido para todo el mundo. La Carolina es una zona es una zona que dejó de ser minera y con agricultura mínima. Hay que echarle muchísima imaginación para que salga adelante. Es un enclave excepcional, pero tiene que trabajarse con otras perspectiva e imaginación. Soluciones haberlas haylas. Estamos en un lugar estratégico para poner en explotación todos los recursos de monterías, recechos, perdiz, codorniz, conejo... Estamos en un sitio donde podíamos crear un centro internacional de explotaciones cinegéticas para gestionar las monterías en la zona de Sierra Morena. Eso puede generar que se procesen todos esos recursos naturales, carne. Esas pieles se pueden curtir aquí y esas cabeza ser embalsamadas por taxidermistas. Y aprovechar la perdiz en escabeche, la codorniz al ajillo... Son recursos naturales nuestros. Harían falta cuidadores de fincas, catering..., todo concentrado en una empresa y gestionado desde aquí. Sería algo imponente. Aparte habría que reivindicar un hospital que se nos ha negado siempre. Las dos cosas podrían revolucionar la economía.

—Usted pertenece a múltiples instituciones culturales, ¿qué es la Unión Nacional de Escritores de España, de que es delegado en Jaén?

—Es una institución que viene sobreviviendo desde la Generación del 27. Aquí se forjaron los grandes del 27, entre ellos Lorca y Miguel Hernández. En la Guerra Civil el sindicato vertical se apropió de ella y se refundó ya en la democracia. Nos dedicamos a fomentar la literatura, a prestar asesoría y a organizar actos. Incluso, cuando llega el momento, se establecen convenios con las editoriales para que los escritores tengan facilidades para publicar.

—También tiene un intenso contacto cultural con Iberoamérica.

—Recientemente en Perú, en Huarichaca, distrito de La Libertad, colaboré en la apertura de treinta biblioteca de tipo familiar. Quieren que apadrinen una de estas bibliotecas y que lleve mi nombre. Estos vínculos internacionales vienen rodados. En el caso de Perú, fue a través de un compañero que vino a un encuentro de poetas y quiso que lo apadrinara.

—¿En qué otros colectivos culturales se encuentra integrado?

—Entre otros, a la Asociación Cultural Anduxar, Sierra Morena Poesía, Acmica, ASAM y el Ateneo cultural Ddeye, de la ciudad de Madrid.

—¿Qué proyectos literarios tiene?

—Muchos. Por ejemplo, otra representación teatral, “Muerte desde Federico a Miguel Hernández”. Ya está el guion y el estreno se espera para 2023, en La Carolina o Guarromán. Es un proyecto músico-poético con el grupo de baile de María del Mar Ramírez. Libros tengo varios. Me está dando la lata uno de relatos, con tres historias sobre la otra cara de la sociedad. Comienza con el impacto de un disparo. Una es la historia de un hombre que conocí, llamado Bin Laden por las barbas, en Palma-Palmilla de Málaga. Otra, un señor que lo tenía todo y se echó a la indigencia. La tercera, de una mujer llena de hijos. Llevo once años tratando de terminarlo. Otro, que dejaré para mis hijos, estoy seguro de que si lo publicara alguien me pegaría un escopetazo. Va del mundo sindical y político. Sé cómo ha subido mucha gente. Como suele decirse, valgo más por lo que callo que por lo que digo. También está la poesía, en cada una cuento una historia real. No soy un poeta al uso. Quiero hacer una especie de antología. Un proyecto es reescribir la fundación, pueblo a pueblo, de las Nuevas Poblaciones.

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