Baño de masas para los patrones de Cazalilla

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Cazalilla ha celebrado sus fiestas en honor de los emigrantes que se fueron del municipio, muchos de ellos obligados por las circunstancias del trabajo y de la vida. Esos mismos regresan ahora, en este mes de agosto, para recordar los lugares de su infancia, revivir anécdotas y reencontrarse con aquellos que nunca se fueron, con los que no perdieron un sentimiento de comunidad, que no se entiende si no se es del pueblo. Unas sensaciones que se notaron más que nunca en la Magna Procesión de los patrones de Cazalilla, San Blas y la Virgen de la Cruz, que aunque ya salieron en sus días habituales, a mitad de agosto lo volvieron a hacer para los vecinos que vuelven. Las imágenes recorrieron las calles del municipio, en su recorrido habitual, aplaudidos y vitoreados por los cazalilleros. El toque musical lo puso la Agrupación Musical Ortega y Cortés de Lahiguera. Durante el recorrido se vivieron momentos de mucha emoción, en los que se recordaron a las personas que este año no pueden estar. Las altas temperaturas no fueron impedimento para que hubiese una gran congregación de seguidores. Algo que se pudo anticipar durante la misa que se celebró a las once de la mañana en la iglesia de Santa María Magdalena y que también consiguió reunir a un gran número de fieles. Esta parroquia fue desde donde salieron, a la 20:30, y entraron ambos patrones, que desfilaron junto a su cortejo en el atardecer de este municipio de La Campiña jiennense, informa María Cánovas.

“Soy de aquí de Cazalilla, los patrones me producen mucha alegría y mucha emoción, siempre vamos con ellos con mucha fe”, manifestó Carmen Quesada. Lola Quesada nació y se crió en Cazalilla, y los patronos le producen una “alegría muy grande en el corazón que no se puede explicar con palabras”. “Yo no soy de aquí pero la familia de mi mujer sí. A mi tanto San Blas y la Virgen de la Cruz me producen mucho respeto y mucha devoción”, expresó Francisco Garrido. Francisca Garrido manifestó que los patrones son lo más grande: “Los cazalilleros los llevamos siempre dentro, desde que somos pequeños”. “A mí las fiestas me producen mucha emoción, sobre todo el cariño que le tiene la gente. Es un reencuentro con los vecinos y con la devoción”, indicó Lorenzo Andreo.