Avances hacia un nuevo Camarín de Jesús en Castillo de Locubín

El municipio comienza las labores para restaurar los frescos, que esperan estén finalizados en dos meses

02 jul 2025 / 06:00 H.
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El municipio de Castillo de Locubín da un paso más en la conservación de su patrimonio histórico y cultural. Ayer comenzaron las intervenciones para la restauración de los frescos del Camarín de Nuestro Padre Jesús Nazareno. La castillera María Trigo Peinado y Paula Ibáñez de la Torre serán las encargadas de llevar a cabo esta importante tarea. Trigo, graduada en Conservación y Restauración por la Universidad de Granada, cuenta con una destacada formación académica y una sólida trayectoria profesional en intervenciones sobre patrimonio artístico, lo que garantiza una intervención rigurosa y respetuosa con la obra original. Los frescos ilustran la coronación de Nuestro Padre Jesús Nazareno con los ángeles de pasión y los cuatro apóstoles, los respectivos animales —la mayoría perdidos por el desprendimiento de la capa pictórica— y cuatro escribas situadas en las pechinas. En principio, el tiempo estimado de la duración de las diferentes tareas de restauración es de unos dos meses. La intención es que a finales de agosto y principios de septiembre haya finalizado.

María Trigo afirma que la intervención anterior fue llevada a cabo por una persona no titulada, sino aficionada, y que además no está documentado quien fue. “Cuando nos llamó la hermandad, no nos pudo dar más información, tan sólo que se hizo hace unos años”, cuenta. Además, asevera que dicha actuación “dañó gravemente algunas partes de la capa pictórica y otras simplemente las tapó con una aguada morada”. “En la parte que no pudo limpiar, mató el yeso con una capa morada, y en las que sí, el resultado fue análogo al Ecce Homo de Borja, se emborronó todo. Habrá partes que son irrecuperables y son el mayor desafío de esta restauración”, agrega Trigo. Asimismo, apostilla que esto fue sobre todo en las pechinas, que es la zona más baja y al alcance de cualquier persona con escalera de mano. En concreto, Trigo afirma que fue hace menos de cincuenta años.

En principio, el proceso se basa en una limpieza mecánica, es decir, medios físicos —no interviene ningún tipo de solvente—. A continuación, se llevan a cabo las pruebas de solubilidad del tipo de suciedad que haya —ya sea un barniz previo, una pintura de una intervención posterior, etcétera— y, según el resultado, se hace una limpieza química. “Si está muy débil, se consolida antes y, sino se omite esa parte, y luego se reintegran las lagunas, que a veces se le da volumen si les falta un poco de yeso para que lleguen al nivel o, si está perfecto, da comienzo la reintegración cromática que, generalmente se hace un acuarela para que sea borrable si, en algún momento, otro restaurador decide que hay cambiar algo”, destaca. Trigo afirma que los repintes parecen muy recientes y eliminarlos es “relativamente sencillo” porque no hay mucha cohesión con respecto a la capa original. “Hay repintes de diferentes manos, pero los grandes morados se van con facilidad”. La limpieza mecánica “no arroja grandes resultados, pero una vez se ha hecho la mecánica, sobre la parte química sí funciona bien. “Estamos trabajando con disolventes de baja toxicidad como la ligroina, que viene como disolvente básico en el Test de Cremonesi”.

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