29 abr 2019 / 16:37 H.

Los organizadores de la Romería en honor de la Virgen de la Cabeza calculan que, este año, unos cuatro mil jinetees y amazonas peregrinaron, a lomos de sus caballos, hacia el Cerro. En muchos momentos de esta celebración de Andújar, que comienza el jueves en la ciudad, los cuadrúpedos son los protagonistas, pero, sobre todo, cada sábado. Y es que es el día para el desfile de la Cofradía Matriz por las calles de la ciudad, en el que participan las cabalgaduras, sin olvidar los mulos enjaezados y las jamugas. El ambiente festivo de la salida se mantiene a lo largo del trayecto que lleva hasta la ermita de San Ginés, primera parada del día, para continuar hasta la pradera de “Lugar Nuevo”, junto al río Jándula, donde se organiza el almuerzo para después continuar el camino al Santuario.

Este momento de la peregrinación deja algunas de las estampas más esperadas de la romería, ya que es casi una obligación acercar a los nobles compañeros de viaje para que beban y puedan hidratarse o, simplemente, para que se den un remojón y refrescarse después de soportar las elevadas temperaturas. Los animales reciben todo tipo de cuidados antes, durante y después de la romería, ya que tienen que estar listos para que se acostumbren, días antes, a salvar los caminos que recorrerán y, sobre todo, para subir las cuestas, que es cuando más sufren, como en la conocida como del Madroño. L a raza más hecha a la sierra es, en realidad, un híbrido, el caballo hispano-árabe, la jaca. Un animal que reúne la grandeza de las dos sangres, las más grandes y nobles que ha dado el reino equino. Esas virtudes, los caballistas romeros las conocen y el camino de herradura, desde Andújar hasta el cerro, estaba plagado de hispano-árabes. Pero también de un híbrido de inglés y español, que es un caballo con nervio a la hora de echar monte arriba, o abajo.