Amor incondicional por la tradición en Arroyo del Ojanco
La Sierra de Segura vibra con el primer desencajonamiento del toro “ensogao”
Un sol de justicia, apenas una nube en el cielo y miles de personas abarrotando la plaza de Arroyo del Ojanco para demostrar que San Marcos está más vivo que nunca. La población segureña celebró ayer el primer desencajonamiento del toro “ensogao” —llamado así por la cuerda que rodea al animal— de sus singulares fiestas, un festejo que congregó a aficionados procedentes de todo el territorio nacional.
La cita, muy esperada durante todo el año, crece con el paso del tiempo, y este año vuelve a superarse con más reses que el anterior, llegando a las 74 entre vaquillas, novillos y toros. Había muchas ganas de carreras en el ambiente arroyense, que calentó motores con la música de la Asociación Musical La Inmaculada hasta la plaza. En los instantes previos al comienzo del desencajonamiento, el albero fue testigo de miles de abrazos entre aquellos que llevaban más tiempo del deseado sin verse. Las peñas, cuya participación es esencial para mantener el festejo taurino, contribuyen al mismo con la adquisición de distintas reses, además de con múltiples preparativos que hacen que estos días sea únicos en la población. Cumplidas las 16:00 horas, puntual, la primera vaquilla salió con fuerza y ganas de embestir a todo aquel que se le cruzara en su camino. Las gradas, completamente abarrotadas, asistieron con efervescencia a los quiebros de los “valientes”, que volvieron a sembrar de adrenalina el lugar.
La emoción y y la intensidad fue mayor aún cuando salió de su cajón el primer toro “ensogao” del año, que protagonizó fintas y filigranas memorables en el ruedo. Aunque hubo algún susto durante la tarde, la mayor parte de la jornada transcurrió con limpieza y buen ambiente entre todos los participantes. Con la caída del sol tuvo lugar el primer encierro con todas las reses, que simboliza el comienzo de una festividad única en Arroyo del Ojanco. Para certificar que esto es así no hay más que ver a los miles de aficionados de esta fiesta, que, religiosamente, vuelven a peregrinar para celebrarla cada año, poniendo de manifiesto que hubo pasado, hay presente, y, a buen seguro, también hay un gran futuro por delante.