Ojos que no ven...
Suele ocurrir que el cargo fuerza sonrisas en un mar de tristeza y canciones con estribillos de otros tiempos que obligan a desviar la mirada para que pase lo que nunca pasa en la provincia de Jaén
Hay ocasiones en las que tanto protagonismo en algo tan importante como la imagen, que sólo a veces vale más que mil palabras, sirve en bandeja el titular de una crónica política en forma de retazo de un escenario que obliga a cerrar los ojos para que el corazón deje de sentir. Cuesta mirar de frente cuando las acciones de otros obligan a forzar la sonrisa en un mar de tristeza, a poner buena cara al mal tiempo o a probar esas innovadoras gafas para desvirtuar la realidad de una provincia inmersa continuamente en experiencias sensoriales de otro mundo. Queda rato para la próxima cita con las urnas y, aunque lo remediable es una cuestión de todos, incluidos los ciudadanos, lo cierto es que todas las miradas
—casi— apuntan, en este momento, a la Junta de Andalucía. Sus máximos representantes en cada una de las ocho provincias tienen activado, a destiempo, el “modo electoral”, los dardos perfectamente afinados para apuntar en el centro de la diana y, por supuesto, con el total convencimiento de que es oro todo lo que reluce.
No es fácil ejercer el papel estelar de la inacabable película de una Administración cuestionada por la ausencia de inversiones que lastran una tierra demasiado acostumbrada a soñar despierta. El protagonista, Jesús Estrella, delegado del Gobierno andaluz en Jaén, no tiene más “tutía” que “achantar la mui” y abrazar la fe de un guion en el que la trama principal se basa en unos presupuestos con unas cuantas lecturas que se resumen en una: más de lo mismo. Resulta comprensible que su posición política conlleva una férrea defensa de lo indefendible, con razonamientos y cuentas de la vieja que convencen a una parte y que evitan transitar por el camino del portazo de adolescente enrabietado. 366 millones de euros, uno más que las partidas presentadas el año anterior, es la cifra de la canción que promete para 2026, con estribillo de infraestructuras reivindicadas por profesionales que, incluso, ya no viven para verlas, como la Ciudad Sanitaria, propuesta por el traumatólogo Benito Campos y compañía hace un cuarto de siglo. Los cuatro euros más por habitante también se aprecian a través de ese arsenal de gafas con sobrada capacidad para la desvirtuación adquiridas a precio de ganga por los seguidores de Juanma Moreno en la tierra que más aceite de oliva produce en España. Y de mayor calidad. Está claro que hay partido para una oposición que tiene su parte de culpa anclada en aquellos otros tiempos de holgada mayoría absoluta socialista en los que Jaén pintaba lo mismo que en este preciso momento del peliculón.
Nadie osará optar por el ejemplarizante puñetazo en la mesa cuando hay tantas papeletas en juego y, en ese ejercicio de responsabilidad compartida entre lo orgánico y la gestión, no están solos Jesús Estrella y quienes le acompañan en su equipo. El presidente provincial del Partido Popular, Erik Domínguez, para las duras y las maduras, también aparece en la sinopsis que impide el necesario pestañeo en el espectador. Aspirante a conquistar la Diputación Provincial, después de pasar por un congreso provincial en el que no se moverá ni una mota de aire, de memoria tiene aprendida una canción en la que no se oirá una voz fuera de tono: “Con los Presupuestos de 2026 seguiremos impulsando el desarrollo de la provincia de Jaén, mejorando la sanidad, la educación y poniendo el foco en las políticas sociales”... “Superamos la media andaluza, demostrándose nuevamente el compromiso de Juanma Moreno con los jiennenses”... “Son creíbles, sin fuegos artificiales, sin espectáculos, porque lo que necesita el ciudadano es que seamos serios y planifiquemos las inversiones de manera real, rigurosa y pegadas al territorio”... Hay refranes que no fallan.
La Universidad agranda la dehiscencia de la herida financiera
Vaya por delante que el Consejo Andaluz de Universidades aprobó el primer reparto de los fondos incluidos en el modelo de financiación para este año, por valor de 1.708,68 millones de euros, con la abstención de todos los rectores. No fue un acuerdo consensuado, tal y como la Administración autonómica afirmó en un primer momento, lo que obligó a rectificar un comunicado que, a la postre, sembró el enfado monumental de los protagonistas de esta interminable historia. La dehiscencia de la herida financiera de la institución académica jiennense amenaza con convertirse en un cráter de irremediable curación y, aunque hasta el momento hubo prudencia por parte del rector jiennense y de su equipo, lo cierto es que Nicolás Ruiz está dispuesto a dar la batalla para garantizar la suficiencia financiera de una Universidad, la de Jaén, en edad de crecimiento. La cantidad aprobada cubre principalmente los gastos básicos de personal, funcionamiento y mantenimiento y deja en el aire otras muchas cuestiones que certifican un nuevo capítulo en el libro de las confrontaciones que nacieron con el fallido “modelo Velasco” en los tiempos de Juan Gómez. “Burda mentira”. En esos términos habla su sucesor.
EN CORTO. De una decisión poco acertada a una promesa desde Sevilla
Nadie duda de que la situación en la que se encontraba el centro de salud de Cazorla, avalada por estudios técnicos, obligaba a un traslado y a la búsqueda de una solución que fue poco acertada. La ubicación de las dependencias fuera de casco urbano sembró el enfado ciudadano y abonó el camino para que los representantes institucionales de la oposición tuvieran el cambio abierto para hacer política. Después de protestas, concentraciones y viajes a San Telmo, fue el nuevo consejero de Salud, Antonio Sanz, quien salió a la palestra para anunciar la construcción de un nuevo centro de salud en el casco urbano, una buena noticia que, sin embargo, refrenda que la decisión primigenia no fue la más adecuada. ¿Quién gana? Está claro: los usuarios.