Donde dije digo...

15 feb 2021 / 16:12 H.

El alcalde arremete contra su propio partido para dar la cara por los jiennenses y, a la primera de cambio, modifica el discurso, lo mismo que la Junta de Andalucía en su afrenta contra el Gobierno

El refrán es el fiel reflejo del sentimiento que despiertan los representantes políticos en una sociedad que se mueve entre la incredulidad, el enfado, el hartazgo y la esperanza en un cambio que nunca llega. El lunes de resaca de una manifestación ciudadana convertida en ejemplo invita a una profunda reflexión acerca de una situación arrastrada por todos los calificativos que encajan con un abandono histórico por parte de las administraciones públicas mezclado con la atávica indolencia del jiennense. El éxito de la convocatoria pública estará en la repercusión mediática, más allá de Despeñaperros, de un grito unánime en forma de punto de inflexión ante un bombazo informativo que empezó desde lo local, se extendió a lo regional y trascendió a lo nacional. El rechazo de la candidatura que presentó el Ayuntamiento de Jaén al Plan de Concentración de Órganos Logísticos Centrales del Ejército, el afamado Plan Colce, movió los cimientos de una política desfasada, hizo temblar estructuras orgánicas ahormadas por adornados carnés y, aunque fue el presagio de un cambio de rumbo en forma de un antes y después, donde dije Digo dije Diego. No hay nada más que hablar. No se salva ni Jesucristo, porque lo de Dios merece tratamiento aparte en una leyenda sin final en la que lo único que queda es encomendarse a otro tipo de dioses para que la capital de provincia, despojada de los bríos de las aureolas de otras ciudades, pueda aspirar a ser el perfume con capacidad sobrada para embriagar a las siete hermanas andaluzas.

La historia política de este nuevo capítulo de ninguneo empezó a escribirla el propio alcalde de Jaén. Fue Julio Millán quien cogió el megáfono para pregonar los despropósitos de una elección en la que culpó a su propio partido, el socialista, de un robo a mano armada por el exclusivo y señalado hecho de la ausencia de padrinos en tierras jiennenses. El mensaje tuitero de la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, hizo hablar a un mudo, permítanme la expresión, una cacicada que recuerda a anticuados y prohibitivos sistemas que, en pleno siglo XXI, invita a salir por la puerta de atrás en un contexto geográfico que queda lejano de Jaén, sobre todo si el viaje se realiza en tren. Es decir, si la hazaña hubiese tenido como escenario Madrid, otro gallo cantaría. Sin embargo, ocurrió en una tierra que quizás estuviera necesitada de una bofetada en toda regla para despertar de un largo sueño que a lo único que llevaba era a convertirse en pesadilla. El caso es que la revolución política llegó en forma de carta al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con exigencias propias de un representante político de la oposición en el reglamento estatutario de cualquier sigla que se precie y, cinco días después, el silencio se instaló para dar paso a un cambio de discurso que puso a los jiennenses con la mosca detrás de la oreja. Cierto es que el guion institucional es el guion institucional, pero no valen pasos atrás cuando, públicamente, el máximo dirigente municipal, con el respaldo de la dirección provincial del Partido Socialista, impuso la bandera de Jaén por encima de otros simbolismos y generó la tensión que tenía que generar. Ni más ni menos.

Un asunto de actualidad local extendió sus tentáculos, como la pólvora, al ámbito regional. La capital llevó al Ministerio de Defensa un proyecto completo, ajustado a las necesidades del Ejército, con terrenos, financiación y unidad institucional, que no es fácil, más cuando hay signos encontrados en unos despachos y en otros. La Junta de Andalucía respaldó sin fisuras la candidatura jiennense, buscó el dinero debajo de las piedras y acudió a Madrid en señal de acompañamiento y liderazgo de una revolucionaria iniciativa para sembrar el futuro de Jaén. También dijo digo y luego Diego cuando el resultado del esfuerzo, el trabajo y el sudor dio al traste con un reconocido dedazo que favoreció al Partido Popular, que es el que gobierna en Andalucía y, curiosamente, en Córdoba. Rascará votos Carmen Calvo en su tierra de la misma manera que lo hará Juanma Moreno, porque está claro que en esta guerra sin cuartel nadie salió a perder. Tampoco Ciudadanos, que un día censura la maniobra de la vicepresidenta y, al siguiente, se quiere reunir con el Gobierno central para reclamar inversiones para Jaén. Inaudito.

No quedó la “cosa” en lo regional. El salto al panorama nacional llegó por esos caminos que conducen a Roma, por tierra, por mar y por aire, porque Jaén, aunque parezca lo contrario, existe. La ocasión la pintaban calva para un Partido Popular a la caza de oportunidades para arremeter contra el Gobierno de Pedro Sánchez con una ministra a su lado que debe tener callos en las manos de tanto barrer para casa. El portavoz en el Senado, Javier Maroto, tenía metida en el horno una propuesta de reprobación de la vicepresidenta y, justo antes de que sonara la campana, Génova llamó al cocinero para que tirara el plato a la basura. ¿Por qué? Porque en Córdoba gobierna quien gobierna, no se puede escupir para arriba, permítanme otra expresión.

El resultado fue una cacerolada de aperitivo y una caravana de primer plato. Falta el segundo y el postre si las administraciones implicadas en la materia de la deuda histórica con una tierra que siempre pierde siguen de brazos cruzados y sus representantes continúan con el carné en el bolsillo. Faltarían papeleras en las esquinas, eso sí, si todos decidieran hacerlos trizas. Así es la política.

EN CORTO
La carta que secundaron los alcaldes

Escribió una carta el alcalde de Jaén, Julio Millán, al presidente del Gobierno, en la que mostró su indignación por el relato de los acontecimientos del Plan Colce y salieron en tromba alcaldes de la provincia para sumarse a la misiva en las redes sociales. También lo hicieron algunos del Partido Popular. Hay quienes dicen que la dirección regional tuvo que cortar de raíz la maniobra de los dirigentes municipales después de la llamada al orden del alcalde de Córdoba, el popular José María Bellido. Ya no hubo más comentarios a esa carta, a la vista está. Sin embargo, en la sede de la dirección popular, en la calle San Clemente, niegan que se produjera aquella llamada del alcalde vecino y que todo son fruto de elucubraciones. Eso sí, el presidente, Juan Diego Requena, es el único que no borró sus mensajes y que se mantiene firme en su defensa de Jaén.