¡Qué será de quienes amamos las verbenas!

Todo está en el aire, que la salud es lo primero, pero sorprende que se hable de todos los sectores y no se tenga en cuenta al de las fiestas populares >> Alrededor de una verbena se mueven cientos de feriantes, que viven al día >> Autónomos sin derechos

17 may 2020 / 11:27 H.

Quede claro que lo primero la salud, después la salud y en caso de duda, también la salud, pero, por favor, que exploten pronto algunas chiribitas que nos permitan volver a nuestras ancestrales vivencias, esas pequeñas grandes cosas de la vida que no quisiéramos por nada del mundo perder, mismamente las ferias y fiestas de nuestros pueblos y nuestras aldeas. Qué será de quienes amamos las verbenas si la autoridad competente las prohibe este verano. No, no, no. Quede constancia de que no lo entenderíamos, seguro que no, porque no hay mayor ejercicio de salud que disfrutar al aire libre de la gente buena, tu gente, en la Jaén vaciada, aquellos lugares a los que la modernidad lastró su porvenir. Así que ahora, a revertir esa cruz que nos anclaba negativamente a un territorio, para que nos desescalen a velocidad de vértigo en la Jaén del interior.

Este año me había prometido a mí mismo conocer las Fiestas de Collejares y El Cerrillo, dos aldeas singulares, que lindan una con otra, pero una pertenece al término municipal de Huesa y la otra a Quesada. Su devoción es por La Purísima y cada segundo fin de semana de junio lanzan los cohetes y la verbena es punto de reunión de la gente de siempre del lugar, cuyas raíces remanecen de una tierra aparentemente inhóspita y con el fervor a su patrona honran la savia que les dio vida y que los hizo especialmente dueños de una impronta especial que llama la atención porque están a las puertas del desierto mismo, donde ponen coto a un clima más africano que europeo y lo hacen a base de tesón y labranza, de creer que el destino los ancla a ese destino y por ellos no va a ser. Tampoco en dejar de honrar a La Purísima cada mes de junio... Les hablo de estas dos aldeas que son una porque colindan y que pertenecen a Sierra Mágina y al Alto Guadalquivir, pero podría hablares de otras tantas, contadas por cientos, que cada año acompañan a sus patrones y a sus patronas porque así lo dice la historia de cada lugar y ese amor por lo de uno de chico corre por sus venas en una sangre a borbotones de jaenerismo emigrante. Emigraron porque aquí no había pan, pero cada año vuelven a su tierra para dejar latente un cordón umbilical que va más allá de la querencia a las propias raíces, se trata de un sentimiento, una forma de ser y sentir difícil de explicar, que lo inexplicable es de siempre aquello que más se adentra en el alma a través de historias de hermandad y camaradería compartiendo vivencias y fechorías, cual granujas encerrados a todas horas en la calle... Desescalemos rápidamente esta Jaén vaciada y verbenera, aquí la gente sabe comportarse.