Lo bueno existe, aunque no se sepa

Han pasado 33 años y al igual que Fray Luis de León, “como decíamos ayer”, esta mirada hacia atrás para contemplar el camino recorrido suma nada menos que 33 años. Un noviembre de 1992 nacía esta “Crónica de la Semana” y un noviembre de 2025 llega al artículo 1.700. Gracias, muchas gracias por estar ahí. Domingo tras domingo nos hemos reunido desde la cercanía inabarcable de quien lee un periódico y llega a la Contraportada para recrearse en unas cuantas letras que resumen el devenir de siete días en una tierra no dada a que se le escriba con ojos de sorpresa por todo lo bueno que atesora. Es por ello que llegada este singular efeméride recomponga las alforjas que compartí estas tres décadas y tres años y proclame, de nuevo, a los cuatro vientos, las bondades de Jaén que bullen de la propia sociedad jiennense.

Digo que en este tiempo desde los fastos de 1992, el cambio a mejor de Jaén es incuestionable. Proclamo también que la velocidad de ese cambio ha sido menor que en otras provincias hermanas y que nuestro debe ha de saldarse con mayores compromisos y mayores dosis de decencia y capacitación política ante lo que no tenemos y deberíamos tener. Al mismo tiempo, me quedo siempre con esa Jaén que madruga y de forma anónima labora en su empresita o en su comercio para sacar adelante a sus hijos y de paso, buscar el progreso de su pueblo. Son las historias del día a día de gente extraordinaria que nada busca a cambio. Lo digo a menudo, a veces parece que lo que no se conoce, no existe, pero existe aunque no se sepa. Y en grandes historias anónimas del día a día, Jaén es superlativa. En el campo y en la oficina, en el taller y en la cocina. Sin olvidar nunca esa gente que ya pasea por la mañana sin importarle la hora y por la tarde se echa las enagüillas viendo la tele porque ya hicieron lo que tuvieron que hacer para darnos el testigo, por ejemplo, de un olivar moderno y capacitado para convertirse en el verdadero trampolín de nuestra economía si producimos y vendemos. De olivicultores a oleicultores es el trascendente cambio de esta tierra en lo económico y en lo social. Pero hay más en todos los órdenes, mismamente en el deportivo y los éxitos de nuestros equipos punteros, jamás soñados entonces. Como tampoco la llegada del verdadero motor de Jaén podía presumirse en toda la amplitud de lo que ha sido capaz de darnos la Universidad de Jaén, que vino a nacer un pelín después de esta “Crónica de la Semana”. Una Jaén que tres décadas después sigue a la cabeza en donación de órganos, evidencia de una solidaridad inmensa, identidad de sus gentes, vivan donde vivan. Porque sí, frente a los que denigran de los pueblos, esa es la esencia de Jaén, rural y acogedora, hospitalaria y sencillamente buena.