Leyes para las cosas importantes

Ha decidido el Congreso meterle mano a una de las cuestiones más importantes de la vida, la propia vida en los pueblos y se apresura en legislar a favor de los bares de los pueblos, una noticia que despierta una sonrisa en cualquier jaenero que ame la vida rural y haya nacido en un pueblo. Es el bar un lugar de reunión, la memoria viva de quienes se han ido haciendo mayores a través de los taberneros y, no lo olvidemos, el mejor gabinete de Psicología que se haya inventado nunca. Aparte de las buenas viandas, que en los pueblos no hay tapas, hay raciones con cada botellín, es excelsa la labor de aquellos hombres y mujeres que hacen del servicio a los demás una generosa entrega en forma de camareros y a la vez cocineros, de percha de lágrimas y de psicólogos, en masculino y también en femenino. Chapó por el Congreso.

Para la Jaén vaciada o la Jaén olvidada, tanto monta, que monta tanto, el verdadero termómetro de futuro para un núcleo de población no es otro que el bar, porque si hay bar hay presente, si el bar cerró, los días se hacen más largos y no tan llevaderos mentalmente para quienes quedan en los pueblos. Es un sinvivir auténtico que llega hasta las fiestas patronales, con procesión y verbena pero sin bar en los que hacer la ligaílla con quienes fueron tus amigos y tus vecinos de infancia. Si se les ayuda por ley, bienvenida sea esa noble ley que desciende hasta las cosas trascendentes de la vida diaria en nuestros pueblos y aldeas, si se les incentiva vía normativa emanada del Congreso de los Diputados, donde radica la representación del pueblo soberano según la Constitución española, nuestro reconocimiento expreso porque el futuro de muchos pueblos depende del bar; también del centro de salud y de la oficina del banco, pero la alegría en el rostro vendrá si entras y sales de un bar y de la sorpresa diaria de no saber a quien te vas a encontrar o de la tertulia diaria con tu conca de siempre. En la ciudad no concebimos nuestra vida sin un bar, háganse una idea de los días y las tardes cuánto de largas y soporíferas se harán en los pueblos sin bar.