José Carlos, la sonrisa y el cariño

Es José Carlos Cámara un tipo adelantado a su tiempo en un campo que ahora ha venido para quedarse definitivamente entre nosotros, el de la vida saludable, la salud y el deporte como binomio universal. Catedrático de Educación Física cuando nadie lo era, a este jiennense apasionado de su tierra y con una sonrisa permanente en su rostro, la vida le lleva ahora por el mundo como abuelo feliz, tras la huella solidaria de su hija y hasta en eso vuelve a transitar un horizonte que otros ni siquiera atisbábamos, el papel que hemos de tener con los hijos en esta sociedad moderna y tan aparentemente alocada, que él amaina y de qué manera por su cachaza y buen humor. Ha pasado toda su vida de clase a patio de instituto y vuelta a empezar, inculcando a varias generaciones de jiennenses una impronta de profesor capaz y capacitado, compañero de los alumnos y hasta ‘padre’ de algunas trayectorias incipientes que luego han tenido luz propia. Profesor de Maristas y del Instituto Santa Catalina de Alejandría, ha sido el mentor y el sostenedor de una carrera popular y una gran caminata por la paz y la integración, que ya ha superado las dos décadas; otra vez abriendo camino. Es por todo ello que, ataviado con su chandal impenitente, vas caminando con él por la calle y no puedes tener una conversación seguida, cada dos por tres, un saludo, un abrazo, una mano que se levanta para con ese torrente de voz que tiene lanzarle al otro lado de la calle un adiós a un antiguo alumno. Y no solamente estudiantes de antaño, que José Carlos ha transitado otros mundos paralelos al de la enseñanza, como el del fútbol profesional, deporte que devora y donde llegó a ser preparador físico del Real Jaén. Además de toda esa vida en pro del ejercicio físico, a este jiennense que estudió de chico en Salamanca, también le apasiona la literatura aunque no el cine y suele escribir de las pequeñas grandes cosas de la vida, reflexiones que nunca ha querido hacer públicas. Porque esa sonrisa franca, clara y contagiosa, preñada además de infinito cariño, esconde a una persona tímida a la que le encanta también escuchar.