Antonio Arroyo, periodista fetén

Es periodista de raza y hechura, un profesional de los que se dice ya no quedan, porque hizo del oficio compromiso diario para desde su conciencia y honor apoyar la llegada de las libertades a este país, que no solo la política, también tuvo su papel fundamental para el asentamiento de la democracia la trinchera periodística. Algunos de ellos, como el serrano Antonio Arroyo, con firmeza y en silencio, con determinación pero sin alharacas ni florituras. Transita ahora el júbilo de una bien ganada paz y tranquilidad adentrándose como siempre en los caminos de la familia, sangre cuyas raíces están en lo más profundo de su alma, allá donde la vida nunca volverá a ser igual, pero que él conoce y recorre no solo mentalmente, con añoranza y bienestar. Ha pasado más tiempo fuera de Jaén que en su Jaén, pero nadie le tose en conocimiento de nuestra realidad, en implicación con nuestros problemas, en quererla como si fuese lo último en su vida. Y es que Antonio Arroyo Serrano es un señor muy cabal y comprometido, un periodista muy recomendable, un amigo siempre dispuesto a tender la mano. Imprescindible y presentable siempre defendiendo Jaén, sea desde León, sea desde Córdoba o desde las mismas huertas de Bujaraiza que le vieron nacer y a las que vuelve como remanso de vida, con las que camina de forma permanente pese a la distancia para no alejarse de ese pozo de sabiduría popular y de gente de palabra que está tan alejado de las formas y costumbres de hoy día. Igual que el Guadalquivir se hace grande por Córdoba tras las bulliciosas serpentinas de su nacimiento hasta la Campiña jiennense, este periodista fetén también ha amainado su ir y venir por redacciones y despachos directivos y ahora saborea cada minuto de su vida junto a su mujer y sus hijas y su nieto, sin dejar de escaparse a la Sierra de Segura, sobre la que tanto ha escrito de la que tanto sabe. Igual te lo encuentras saboreando el esquilado de ovejas con tijera, como antaño, que en una mesa redonda aportando, con esa su peculiar forma ser, toda su ingente sabiduría de hombre culto y de bien, que Antonio Arroyo Serrano hace recio honor a sus dos apellidos.