Un nuevo “bache” en el tranvía
El contrato de explotación del tranvía amenaza con ralentizar, una vez más, la puesta en funcionamiento de un medio de transporte condenado a estar guardado en cocheras por falta de voluntad política. Alguien tendrá que dar explicaciones acerca de una cuestionable tramitación burocrática que, por falta de documentación, dejó fuera a la empresa que estaba llamada a ser la adjudicataria de la gestión, la misma que tiene la concesión de los autobuses urbanos. El viernes pasado, Alsa presentó un recurso ante el Tribunal Administrativo de Recursos Contractuales de la Junta de Andalucía para que se revise su propuesta y tenga en cuenta las alegaciones oportunas. Considera que el motivo de la exclusión nada tiene que ver con su oferta técnica, sino con la seguridad externa, y alerta de la diferencia económica que existe con respecto a la siguiente compañía, Avanza, quien está llamada a presentar la documentación necesaria para ver si cumple con todos los requisitos que exige la Mesa de Contratación. Sin lugar a dudas, el contrato de explotación del sistema tranviario es el más importante de todos, porque de él dependerá el día a día de un modelo de transporte que revolucionará la capital, cuando esté en marcha, de norte a sur. Quedan muchos flecos sueltos por conocer, como la frecuencia horaria de los trenes, cuántos estarán en funcionamiento, el precio del billete, la gratuidad —o no— del aparcamiento disuasorio que se construyó en Vaciacostales y su interconexión con los autobuses para acercar los ciudadanos a los barrios. Todo tiene que estar bien atado para que el tranvía sea un éxito y no esté abocado al fracaso.