La crispación de la política

    30 nov 2022 / 16:31 H.
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    Las últimas trifulcas escenificadas en las tribunas en las que se toman las grandes decisiones en este país demuestran el perfil político que hay en la actualidad. Primero fue en el Congreso de los Diputados, donde la tramitación de los Presupuestos Generales del Estado recordó, en varios episodios, a un espectáculo circense en el que Vox fue, sin lugar a dudas, el partido que más dio la nota. Se han cruzado ya tantas líneas rojas que la falta de respeto al ciudadano tendrá consecuencias en las urnas y, al final, pagarán justos por pecadores. Todo parecía indicar que lo que ocurría en Madrid nada tenía que ver con Andalucía, donde el debate presupuestario, con sus altos y sus bajos, fue como la seda y no se escucharon voces más altas que otras cuando lo que se plantea en el hemiciclo no es más que el reparto de la financiación entre las ocho provincias andaluzas. Ni se oyeron insultos ni se crispó el ambiente por encima de lo razonable. Sin embargo, pocos días después, cuando se planteó la proposición no de ley del Partido Popular relativa a “no revisión de los delitos de sedición y malversación”, la misma fuerza política que la lio en el Congreso repitió bronca en el Parlamento. El portavoz adjunto de Vox, Javier Cortés, llamó “golfos” a diputados socialistas que se encontraban en su bancada. La polémica está servida en bandeja y, ayer, de nuevo se repitieron conflictos dialécticos que terminaron, incluso, en expulsiones. No se puede permitir, a estas alturas de la democracia, que quienes representan a cada uno de los vecinos cobren un sueldo para dar un espectáculo bochornoso e imperdonable. Debe imperar el sentido común por más que alguien se empeñe en dinamitar todos los puentes.

    Editorial