La afición de la tauromaquia

    13 jul 2020 / 16:25 H.
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    Los aficionados a los toros, un sector irreductible en la realidad actual, no solo sufren las consecuencias del coronavirus, que los tiene prácticamente en la sombra, sino que se ven obligados a afrontar el desprecio de poderes políticos, el insulto de los antitaurinos y la condena de por vida del animalismo. En la provincia cada vez son más los jóvenes inmiscuidos en un arte, el taurino, que se aprende en escuelas especializadas en las que, desde pequeños, aprenden a querer y a respetar a las reses bravas, aquellas que convierten en un espectáculo las plazas de toros y en una fiesta popular, incluso, las calles de los municipios jiennenses. Hay tradición taurina en la tierra del mar de olivos y, aunque no corre viento favorable para engrandecer la afición, cierto es que hay fincas y ganaderías que atraen miradas desde el punto de vista nacional. Son sesenta hierros los que hay repartidos por las diez comarcas jiennenses en pequeñas explotaciones que, sin embargo, ocupan una gran cantidad de terreno y aportan una considerable diversidad al Producto Interior Bruto de la tierra. Se trata de una oportunidad económica única en la que queda mucho camino por andar, porque son muchos los interesados que llegan desde lejos a la provincia para pagar por la bravura de las reses. La potencialidad es grande, solo hace falta que la conexión pública y privada permita explotar un sector que no puede perder más tiempo en dar a conocer sus bondades. La afición, sabia y generosa, es el cimiento de la fiesta, por lo que no se puede permitir que pierda fuerza y, mucho menos, que la tauromaquia quede en manos de criterios electorales de los representantes políticos de turno. Es una oportunidad única que necesita un empujón.

    Editorial