El papel crucial de la seguridad
Puede que bailaran los números en cuanto a las previsiones de afluencia de asistentes al Rosario Magno, pero nadie puede cuestionar que la organización fue un éxito y que la ciudad dio una imagen excelente al mundo entero con un evento, en positivo, que trasciende la religiosidad, profundiza en el ensalzamiento del arte sacro y contribuye a promocionar la riqueza promocional no sólo de la capital, sino de las diez comarcas que estuvieron representadas en la procesión. Jaén hizo provincia y la provincia ahondó en el concepto de capitalidad. En este sentido, hay que aplaudir el trabajo realizado por el equipo de la Diócesis de Jaén, que fue a más en los detalles, pero no hay que olvidar el papel fundamental de las cofradías y hermandades en un acontecimiento que ya tiene escrita una de las páginas de nuestra propia historia, porque sin su esfuerzo, tanto económico como personal, no hubiera sido posible disfrutar de una jornada inolvidable en todos los sentidos. Ni que decir tiene que no pueden faltar los elogios a los cuerpos y fuerzas de seguridad que mantuvieron el orden en las calles, porque no fue fácil coordinar un dispositivo de enorme calado que, sin lugar a dudas, puso a prueba a toda la organización y demostró que Jaén y los jiennenses están preparados para albergar eventos de trascendencia nacional e internacional. Hay que lamentar que la jornada terminara con dos siniestros de tráfico que empañaron el buen ambiente y la alegría que se vivió el domingo en la ciudad, accidentes ajenos al Rosario Magno que coincidieron en el tiempo y cuyas familias les enviamos desde este rincón el abrazo fraternal de la esperanza.