El orgullo de ser andaluz

    01 mar 2020 / 10:54 H.
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    El Parlamento y el Teatro de la Maestranza acogieron, el viernes, un acto entrañable, emotivo y necesario para festejar el Día de Andalucía, una efeméride, la del referéndum de la autonomía, de la que este año se conmemora el 40 aniversario. Hay que tener en cuenta que lo que consiguió el pueblo andaluz aquel día de 1980 no tiene precedente en la historia de España, por lo que es de justicia que ondeen las banderas y que haya reconocimientos públicos a andaluces que, en cada una de las ocho provincias, cada una con su idiosincrasia, engrandecen una tierra que, nada más que por su situación geográfica ya es grande, situada entre dos mares, el océano Atlántico y el mar Mediterráneo. Las Medallas de Andalucía, unidas a los títulos de Hijos Predilectos y “Manuel Clavero”, demuestran que la imagen que la comunidad proyectaba al mundo de larga distancia con el norte de España está obsoleta y que hay andaluces que demuestran que el talento se derrama por una región que, por sí sola, tiene una extensión mayor que la de unos cuantos países. Queda mucho trabajo para que quienes viven en Andalucía no tengan que envidiar a otros vecinos por razones de falta de trabajo y de oportunidades, pero hay potencial para crecer en una tierra en la que existen muchos sectores capaces de generar expectativas y un futuro para las nuevas generaciones. Falta el ímpetu de cada uno de los andaluces y el empuje unánime de las administraciones públicas para que, unidas, remar por los mares del éxito, del progreso y de la modernización sea mucho más fácil. La agricultura, a la que Blas Infante dedicó gran atención, tiene que ser la punta de lanza para una Andalucía que merece mucho más.

    Editorial
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