El ciudadano estuvo a la altura
Lo único claro que tienen los ciudadanos tres días después de tan histórico apagón es que el suministro de luz se interrumpió a las doce y media del mediodía y que, en Jaén, se empezó a recuperar en tono a la una de la madrugada, cuando gran parte de los hogares españoles ya tenían las bombillas encendidas. También saben que todas las hipótesis sobre las causas están abiertas y, a partir de ahí, ante la desinformación, llegan las elucubraciones y las críticas hacia la gestión de quien tiene la sartén por el mango en el Gobierno central, a quien hay que pedir responsabilidades ante el caos en el que quedó sumido el país el lunes pasado. Se aprecia cierta descoordinación con Red Eléctrica, que negó el ataque informático al día siguiente, por lo que los únicos que supieron estar a la altura en una jornada de desconcierto total fue, sin lugar a dudas, la población, que afrontó la brusquedad del asunto con una madurez y un ánimo sorprendentes. Fueron ellos, los ciudadanos de a pie, los que mantuvieron un orden relativo ante los problemas generados por la falta de corriente eléctrica en un entorno dependiente totalmente de esta fuente de energía. Quedó demostrado que la pandemia sirvió para ayudar a afrontar situaciones rocambolescas y, una vez más, afloró la solidaridad, porque no hay más que ver las imágenes de los viajeros andando por las vías del tren con las maletas de quienes no podían cargar con ellas para comprobarlo. Ejemplar comportamiento corroborado por los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, que no tuvieron que hacer frente a robos nocturnos en una noche en la que los agentes se tuvieron que echar a la calle para dirigir el tráfico y garantizar la seguridad. El apagón suscita más preguntas que respuestas.