Dignidad en los alojamientos

    14 oct 2017 / 10:57 H.

    No hace demasiados años, las imágenes de centenares de jornaleros —en su mayoría inmigrantes— durmiendo en calles, parques y cajeros de la provincia fueron, incluso, portada de periódicos de ámbito nacional. La puesta en marcha de una completa red de albergues destinados a dar cobijo a quienes buscaban trabajo en la campaña de la aceituna consiguió acabar con una imagen que sonrojaba a propios y extraños. La presión social, abanderada especialmente por colectivos sensibilizados con esa cara más desfavorecida de la realidad, junto con la voluntad de las administraciones posibilitó la puesta en marcha de una red que, sin duda, es todo un ejemplo para otros territorios en los que también se desarrollan campañas agrícolas. Aunque ciertamente supuso un destacado avance, bien es cierto que, en la mayoría de los casos, estos albergues —de uso limitado— están ideados para unos días mientras se logra un tajo en el que trabajar. Son los propios empresarios los que, en muchas ocasiones, aportan el alojamiento a los integrantes de sus cuadrillas. La muerte de tres subsaharianos como consecuencia de un incendio ocurrido en El Mármol, en Rus, en el cocherón en el que se alojaban, puso el foco en estos alojamientos y en si se cumplían los requisitos mínimos. El Defensor del Pueblo Andaluz ha anunciado su intención de fiscalizar cómo se va a desarrollar la próxima campaña de la aceituna en cuanto a este asunto. Se trata de un buena iniciativa —que se suma a la labor de vigilancia realizada, entre otros, por los sindicatos— que permitirá conocer si estos cuentan con las condiciones de habitabilidad mínimas exigibles.