Desconcierto del ciudadano

    12 abr 2021 / 09:44 H.
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    Las cifras del coronavirus asustan en una provincia que camina hacia las mil personas fallecidas por culpa de la covid-19, un virus que se instaló en nuestras vidas hace más un año y que hizo que olvidáramos la normalidad de un plumazo. Cada vez que hay un periodo vacacional se abre una nueva ola, y vamos ya por la cuarta, que hace que el camino andado caiga en saco roto y se produzca un retroceso importante y, en algunos casos, irreparable, porque se trata de personas que están entre nosotros y se van para siempre. La vacunación es la única alternativa, mientras las investigaciones avanzan en otros fármacos, para ganar la batalla a una pandemia que no cesa. Sin embargo, el ritmo de administración hace que la inmunidad propuesta se retrase y amenace un verano en el que todos los sectores que mueven la economía tienen las esperanzas puestas. Lo que no se puede permitir, a estas alturas, es que se tomen decisiones aceleradas respeto a la administración de la vacuna AstraZeneca, aquellas que ni siquiera esperan los dictámenes de las agencias sanitarias por el simple hecho de contentar a una población dependiendo de la franja de edad en la que encuentre. No está bien situar por encima de la opinión médica cálculos meramente políticos basados en el principio de la precaución por ciencia infusa. Que a la confusión nacional se le sumen decisiones contradictorias en el ámbito autonómico y criterios contradictorios en cada uno de los países europeos, cada uno de los cuales reacciona de forma dispar ante las pautas marcadas por la Agencia Europea del Medicamento, no hace más que multiplicar el desconcierto de los ciudadanos, algo intolerable a estas alturas de la pandemia.

    Editorial